viernes, julio 30, 2021

Los pobres no pueden soñar

 No es que no lo deseen,

 no es que no tengan tiempo


o sí,

tal vez sea eso;


deben ocuparse y preocuparse,

algunos, todos, por poder pagar sus cuentas,

-si es que tienen un empleo- ;


muchos, por tener una casa,

nada lujosa,


un lugar decente donde poder estar

con los suyos;


muchos, tienen al cielo como techo,

deben guarecerse de la lluvia,

del frío, del viento, del calor


como pueden, con lo que consiguen;


y se los juzga, se los considera vagos,

inútiles, "no productivos";


no siempre es el caso,

nadie está libre de perderlo todo


de pronto


y no poder

lo que llaman "reinsertarse"


¿en la fría, inescrupulosa, insensible

sociedad


integrada por esas sucias consciencias

que ni siquiera advierten,


de tan obsesionados

por conservar lo que consideran "bienes"?;


los mismos"bienes" que los condenan

a ser unos malditos egocéntricos,


a creer que eso que poseen es eterno,

que están a salvo.


¡Qué ironía

cuando un micro-minúsculo virus

puede aniquilarlos


y no hay situación social cómoda,

ni casas, ni automóviles, ni dinero,


nada, nada ¡¡nada!!


que les asegure

salir ilesos;


pobre del rico

que pasa delante del desposeído

y lo culpa, lo desdeña,


cuando quién sabe 

qué hizo él, su familia

para conseguir eso que tanto atesoran


y más,

pues siempre quieren más;


deberían leer 

un escrito, quizás duro,

pero significativo


y real.


Si no me creen

pasen, si pueden, si quieren

por el cementerio de Olivos,

provincia de Buenos Aires.


Deténganse en la entrada

y allí están esas palabras,

sobre un frío recuadro metálico


y tal vez, tal vez


entiendan

a qué me refiero.





Cristina Del Gaudio

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