Lo importante:
que esos otros
dejen de preguntar;
solo en su cabeza,
en su corazón,
de aquí para allá
ese nombre, esa historia
feliz, más o menos feliz,
poco feliz;
la cuestión es que ambos
harán de cuenta
de que lo olvidaron todo,
nunca más
se mencionarán;
quizás, logren
enfocarse de lleno
en ese intento de dejarse ir...
o no.
Los otros, los que no saben,
los que suponen se trató de un episodio funesto,
hasta irresponsable,
-el que a su juicio,
debió interrumpirse,
¿a tiempo?-
irán olvidándose
del asunto;
claro que los protagonistas
de esta trama
sabían a qué se exponían,
sabían, incluso, que no podrían,
¿no debían?
tal vez, hasta temieron,
siquiera por un momento,
reanudar aquello,
¡es que había sido único,
tan difícil de repetir!
a pesar de haberse enfrentado a quienes eran en ese momento,
muy distinto
a cuando fueron...¡tanto!
¡lo intentaron!
pues ninguno de ellos
fue ni es de los que huyen ante los desafíos,
¡mucho menos,
ante tan ardiente fuego!
un día, reitero, es probable
que también olviden
o finjan hacerlo
y hasta les sea imposible
detener ese momento de nostalgia,
esa inoportuna lágrima;
les dirán
a los preguntones
que no queda nada, ni un resabio,
ni enojo, ni reclamos,
ni tristeza,
nada.
¡mentirán,
mienten!
lo hacen, lo harán
aun mirándose de frente
en el espejo;
pese a que insistan e insistan
en convencerse
de cuan felices son sus vidas,
seguirán haciéndose preguntas,
¡demasiadas!
apenas, podrán controlar el irrefrenable afán
de obtener alguna, ¡al menos, alguna!
respuesta.
(Pues ninguno de ellos
fue ni es de los que huyen ante los desafíos).