Tu amor
me llega
en silencio,
como las hojas de los árboles
cuando la brisa se detiene
y parece olerse el verde,
aun a lo lejos;
¡tremendo amor!
siempre estás conmigo:
en los días grises, soleados,
en los días calurosos, fríos,
existe en mí
el recuerdo persistente:
una palabra, un gesto,
un abrazo, ¡tantos abrazos!
un beso,
¡tantos besos!
no importa
si mis letras
se quedan solas,
si no estás
para retribuírmelas
o si estás
y por la razón que sea,
no acudís a esta, tantas citas.
Mi amor, tu amor
siguen en mí
y lo harán por siempre,
-no soy de los que aman
y olvidan con facilidad-;
porque amores
como el nuestro
no merecen abandonarse
en un oscuro desván;
porque amores así
no pueden reducirse a estos míseros versos,
merecen torres de Babel,
¡merecen un mundo!
porque no se repiten,
porque quedan flotando
en un mar luminoso,
etéreo,
a la espera de nada
o de todo.