¡Pasaron
demasiados años!
-¡Chau, Cristina!-:
su saludo
a través de la ventana.
El último.
(Yo estaba a punto de subir al auto
de regreso a la costa, donde vivía en ese tiempo).
No éramos
de la misma sangre...
¿acaso importa?
¿qué es eso de parientes "políticos"?
fue una gran compañera,
fue mi tía, lo será por siempre.
¡Reíamos, uhhh, muchísimo!
¡nos confiábamos tantas cosas!
nunca voy a olvidarla.
Ni a dejar de escribir
estos, otros pequeños versos
que apenas delinean, delinearán
su grandeza, su generosidad,
su paciencia, su comprensión,
¡sus padecimientos!
su casa todavía existe,
casi igual,
la habitaron seres extraños
que fueron y vinieron
a lo largo de los años;
el corazón se me encogía
apenas asomaba alguno de ellos;
secretamente,
deseaba
que ella apareciera
junto a la puerta de entrada,
en su patio, regando las plantas,
o simplemente,
que volviera a asomarse
a la ventana,
para saludarme
una vez más, agitando su mano.
Espero
esté donde esté su alma,
sepa lo que nunca le dije
-ni le diré-:
¡cuánto la quería, la quiero!
¡cuánto la extraño!