Anunciaban una tormenta,
-todos los días anuncian tormentas-
salir, seguir, proponerse,
arriesgarse,
vivir el instante,
cada vez más parecen ser las consignas;
el sol brilló, entonces,
como nunca
o como tantas veces;
valió la pena
desoír
advertencias, temores,
precauciones exageradas;
así, con todo;
decidirse y ya.
Parece difícil,
irrealizable,
tienta la comodidad
del no cambio,
de la permanencia,
de la rendición a la tortuosa rutina;
de pronto,
lo que parecía confortable, seguro
se ha vuelto una cárcel,
cuyos barrotes son en verdad, inexpugnables
¿lo son?
parece que faltaran las fuerzas
pero las hay....de sobra.
Existe esa posibilidad
de ser feliz, de hacer lo que nos plazca,
de amar de verdad
y no fingir que se ama;
de reír de verdad
y no pretender una risa falsa;
¡de vivir
de verdad,
de quitarse esa máscara hipócrita!
Se puede lograr.
Se puede.
Solo resta
tomar la decisión.
Y partir
hacia lo inesperado
-o lo esperado-;
lo que devolvería la pasión,
las ganas, el propósito,
orientándonos a nuestro objeto de deseo,
-se trate de lo que se trate-.