domingo, octubre 25, 2020

Torturas de domingos de lluvia

Si es domingo

y llueve


puede que los pensamientos

se trastoquen;


puede que vuelva

al imaginario


aquel amor,

antiguas promesas incumplidas,


el terrible dolor

que tal vez, significó

una obstinación inútil;


cuando es domingo

y, además, llueve


es probable el regreso a la mente

de las personas que perdimos

para siempre,


invariablemente,


en forma de auto-culpa:

esos pude haber dicho o hecho

tal cosa, tal otra,


o todo lo contrario;


¡tortura vana, dañina,

solo produce un estallido

de desazón, de disconformidad

con nosotros mismos,


replanteos y replanteos


de acciones, dichos,

inacciones, mutismos


que de todos modos,

no pueden, no podrán modificarse!


lo que se supone,

"debió" hacerse o decirse

en el pasado


justamente, ya pasó;


no hay posibilidad 

de remediarlo,

de intentar rehacerlo;


no sirve de nada, solo lastima

ese auto-castigo impuesto


el de imaginar que algo ya vivido

quizás, hubiera sido diferente


si no hubiéramos actuado de cierta manera,

si lo hubiéramos hecho;


¡no, definitivamente!


ese acoso psicológico,

en ocasiones, también físico


no suma, no sirve,

no alimenta, no alienta la creación;


mucho menos, si nos lo provocamos miles de domingos,

todos los domingos


sobre todo,

con especial empeño


si llueve.

sábado, octubre 24, 2020

Héroes sin escudo

 ¡Héroes!


porque resistimos;


porque nos levantamos

día tras día,


con las fuerzas que nos quedan,

con las fuerzas que nos imponemos;


es el espíritu:


nos hace incorporarnos,

nos empuja, estimula,


invita a trascender;


nos dice algo así como: -vamos, una vez más,

falta poco, no renuncies,

no te des por vencido,

no-.


Héroes


porque todavía,

pese a todo,

el amor nos enciende,

nos recuerda el vuelo,


nos devuelve, nos devuelve

y nos devuelve


a la vida,


en cada declinar,

en cada no querer seguir,


en cada sentir

que no podemos más;


en cada abandonarnos;


es el árbol,

es el cielo, es el sol,

son las personas,


son los que tanto amamos;


y es ese suave, mullido, susurro

en nuestras almas;


¡no todo está perdido!


hay mucho por hacer,

hay mucho por lo que luchar,

hay mucho por crear, aprender, trabajar, construir,

reconstruir, 


¡crecer!


no habrá

no lo habrá


un día igual al de hoy

ni al de mañana;


cuenta respirar hoy,

poder contar lo que nos pasa hoy,

poder no contarlo hoy,


poder

o no poder más


y de todos modos,

continuar;


héroes

sin capa ni espada,


ni escudos protectores,

aun inmersos, absorbidos, confundidos,

atemorizados


por una de las peores catástrofes

que ni siquiera vislumbramos;


héroes


porque seguimos estando,

porque seguimos eligiendo

así, nos impidan elegir;


porque seguimos siendo y pensando

lo que sentimos y pensamos.


Héroes


porque nada cambiará

quienes somos.


Nada.


Nadie.



jueves, octubre 15, 2020

Y la dejamos ir

¿Cómo se explica

tamaño dolor?


no es físico

o no solo,


no es espiritual

o no solo;


es un cuchillo filoso

y una cabeza que intenta evadir

su embestida;


así,


día tras día,

noche tras noche;


en tanto, pasan tantas cosas,

tantos miedos, injusticias, aberraciones;


en tanto,

hay lágrimas suficientes e insuficientes


para inundar el pasado,

el hoy


y tal vez, el mañana.


No, no es posible

traducirlo en palabras,

decires,


pensamientos, siquiera.


Es una voz

que no aturde

pero entorpece,


extingue

cualquier otro sonido


así, se trate de aquella melodía 

que evoca la circunstancia, la vivencia,

el motivo;


motivo que va diluyéndose,

que persiste solo en ese fragmento,

el más frágil


del cerebro,

del corazón.


Nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


podremos poner las sílabas precisas,


nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


sabremos definir lo que fue, 

lo que volvió a ser

o así lo pareció,


lo que pudo haber sido,

lo que no fue


y al parecer,

no lo será nunca.


Así,

corroa nuestra sangre, aniquile todo razonamiento,

impida volver a sentir

lo que fuera,


siquiera,

algo similar;


no volverá a suceder.


Aquella fue la última oportunidad.


Y no supimos,

no quisimos,


quizás, temimos,

reprimimos todo ese deseo, ¡tantas, tantas ganas!


descreímos de una nueva posibilidad,


renunciamos a asirla, 

no nos arriesgamos


y la dejamos ir.


La dejamos ir.

sábado, octubre 10, 2020

Deseo trunco

Ninguno supo,

en verdad


por qué

sucedió lo que sucedió;


no hubo conversaciones,

ni aclaraciones,


no se repitieron

intercambios de ningún tipo


luego

de aquello;


nunca lo sabré ni lo sabrás


el por qué,

o crearás tu auto-historia

dentro de tu aturdida cabeza


y yo crearé la mía,

seguramente, muy distinta;


no, no lo sabremos,

no lo sabré, no lo sé


por qué aún mi corazón, mi alma

se relamen en los mismos recuerdos

mencionados hasta el cansancio,


gastados, deshechos, irrecuperables;


extintos por la distancia,

en todas sus facetas;


nunca sabrás

de estos latidos,

de este enrojecimiento súbito

de mis pómulos


cuando algo, lo más insignificante,

me hace recordarte,


extrañar

hasta lo malo.


Y todo se disipa,

y deja de importarme dónde estoy parada,

a dónde me dirijo,

qué está pasando,


si todo es amenazante,

si no pasa nada;


¿nada?


nada más,

nada menos


que ese deseo trunco

de haberte tenido siquiera

por un momento,


ahí, 

enfrente de casa


esperándome

con esa sonrisa que nunca volveré a ver


-borré todas esas fotografías-.


Y entonces


¿cómo se sigue?


yo escribo, pido perdón,

me enojo, me des-enojo,

vuelvo a pedir perdón,

explico, cuento, añado...


y no sé si te pasa algo

con todo eso,


no sé si leés algo,

si aún te acordás, 

así fuera del peor modo


de mí,

de nosotros,


de aquello,


llamalo


como prefieras.

jueves, octubre 08, 2020

Expedicionarios

 Arde

un nuevo sol,


un sol distinto,


se siente, se vibra

de otro modo


pero está.


Sin saberlo,

me pertenece,


¡y a tantos!


expedicionarios, incansables,

de antiguos sueños,


recortes de la otra,

de otras vidas,

miradas, contactos, palabras;


buceando, en un mar más que bravío,


el implacable mar

de la espera sin fin;


Sonrío, sonríen, sí,

no es alegría,

ni gozo,

-mucho menos, felicidad-;


es la risa estricta, necesaria

para que no se descorra, -no todavía-

el velo del miedo,

del asfixiante desasosiego.


Alguien saluda,

me saluda,

lo reconozco, me reconoce;


como el sol,

¡todavía estamos acá!


por ese pensamiento al unísono

la mueca obligatoria se vuelve sonrisa,

dentro de los respectivos barbijos;


En tanto, sigo mi camino,

o no camino


con, sin

rumbo


haciendo lo imposible por no rozar

la línea divisoria entre la tierra

digamos, firme


y el precipicio;


(no es cuestión de ser


uno de los próximos).


jueves, octubre 01, 2020

Mil veces y mil veces más

Mil veces

he escrito


sobre la luna,

el cielo,

el sol,

las estrellas,


los árboles,

las flores,

el verde;


la naturaleza

en cada aspecto, 

proceso;


en todos

los climas;


mil veces

y mil veces más


podría decirles

que en ella


está todo;


nosotros, también;


que en una flor

cabe un poema,


en un árbol

puede oírse el susurro

de antiguas historias;


en sus ramas,

frondosas, desnudas,

se posan los pájaros:


ellos conocen como nadie

su cobijo,


su incondicional

hospitalidad;


la luna, el sol, las estrellas,

los árboles, las flores, el verde,

el cielo azul


-o gris, como el de esta tarde-


están, estarán allí,

sin pedirnos, siquiera, que nos demos cuenta;


son nuestras las impresiones,

las sorpresas, sonrisas, penas

que despiertan,

sacuden, desvelan.


¡Tantos espíritus

regocijados, renovados

frente a semejante majestuosidad!


la belleza que cuenta.


No la de los años,

no la superficial,

no la de los objetos;


la belleza perfecta,

por siempre a nuestro alcance,


hasta el último

de nuestros días.


Y eso nada, nadie


va a cambiarlo.





Cristina Del Gaudio

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