lunes, noviembre 30, 2020

Entonces...la vida nos sonreía

 Aunque se trate de ciertos reproches,

 críticas; 


aunque fueran meras observaciones,

correcciones,


-permanentes, 

extenuantes-;


a pesar de que solo remitieran

a exhibiciones de supuestos conocimientos


o en el empeño

en subestimar a quienes estudiaron o intentaron hacerlo,

a quienes obtuvieron o no cierto título;


si, en efecto, se limitara

a exhibir lo que, en verdad,

denota inseguridad, temor,

incertidumbre.


Así, solo se encuadrara

en simples caprichos,

 

en una inclinación momentánea

con el fin de reafirmar quién sabe qué,


así,


solo y nada menos,

se tratara del tedio, la desidia, la falta de motivos


o nada de eso,


tuvimos, claro, un tiempo

en que no existían esos vanos

-a veces, muy ásperos-,

intercambios;


ese voraz empecinamiento en superar al otro,

en arrojarle a la cara cierto saber;


claro que también hubo

momentos valiosos

en los que, en verdad, nos admirábamos;


no tratábamos de sellarnos la boca,

la cabeza,

el pensamiento,


uno al otro;


pero claro, estaban todos esos sentimientos,

la ternura, la atracción,

la pasión;


¡las tantas bromas,

comentarios festivos,

necesariamente triviales!


¡gestos amables,

miradas mudas que todo lo decían!


la vida nos sonreía

entonces;


Hoy


apenas,

una mueca

grotesca,


desprovista

de todo;


el desencanto,


la perversa,

irreversible


nada.









miércoles, noviembre 18, 2020

¿Salvarse?

 Ser o estar conforme.


Esa especie de apostolado

que conlleva determinadas prácticas,

en el marco de un modo de vida, diría, estoico


me remite, invariablemente,

al "no te salves"

de Mario Benedetti;


estar "a salvo" 

desde ya, una utopía,

pero si existiera la posibilidad


tiene o tendría

un costo muy alto;


al menos yo

no estaría dispuesta a pagarlo:


significa renuncia,

aceptación de lo inaceptable,


¡resignación!


tomar algo,

lo que esté al alcance,

jamás indagar,

tampoco, seguir buscando;


aferrarse a ese algo,

a falta de lo que en verdad, se ansía;


nunca elegir,

nunca intentar, siquiera, elegir,


así, otros

serán los que elijan por uno;


claro que parece más fácil

-o más cómodo-;


claro que (quizás)

no correría riesgos;


¿pero cómo podría,

cómo podría estar con quien me "conviene",

hacer lo que me "conviene",

admitir lo inadmisible?


¡ser capaz 

de fingir felicidad


o lo que sería una mentirosa, inmunda felicidad

cimentada en la renuncia

a nuestros verdaderos deseos, ideas, ambiciones,

aficiones!


no, de ningún modo,

al menos yo.


Estar conforme

sería algo así como comerse el pedazo de pan mohoso

y ni siquiera anhelar,


¡ni siquiera imaginar!


el sabor de ese chocolate

o de lo que sea que nos plazca;


no es vergüenza

ser pobre,

claro que no.


Pero nunca renunciar,

nunca mentalizarse con la idea

de "es lo que hay",


nunca, nunca ¡nunca!


quedarse

con lo que está a mano:


si no puedo escoger esto,

acepto aquello,


así, no sea

lo que quiero, 

lo que busco,

lo que me desvela.


-Aplica a sentimientos,

objetos, carreras, oficios,

trabajos, vocaciones, etc.-.


Por ello,

no resigno,

no bajo los brazos,


¡no me conformo!


¡no me salvo!


por el contrario,

pase lo que pase


acepto el reto,

no abandono por nada ni por nadie

mis pensamientos, mis sueños, mis objetivos;


así,

quede expuesta a la inseguridad,

al rechazo, la crítica,

la incertidumbre, el miedo,


al fracaso.


¿Acaso, de un modo u otro,

no lo estamos 


absolutamente,

todos?




domingo, noviembre 15, 2020

Miedo a sentir

 ¿Por qué

 todo lo que deseo

 se esfuma,


me es vedado?


¿por qué

no me sucede

eso mágico

que encandilaría

mis sueños,

mi "realidad"?


¿por qué

todo me cuesta tanto,


si me aproximo a alguien

algo más de lo mínimo "exigido"

ya le significa una invasión,


huye en mil modos

como si yo fuera un contrincante,

una terrible amenaza?


¿será que hoy 

los afectos aterrorizan?


¿el temor a exponerse

se originará en alguno o varios episodios traumáticos?


quizás, el haber padecido maltratos, manipulación,

abandono?


también pasé por algunas

o todas esas instancias

pero mi corazón quedó intacto;


de todos modos, no vacilo en exponerme, demostrar interés,

si así lo experimento;


¡no le tengo miedo al amor!


en todo caso, al desdén, a la mentira,

al desamor;


mas pese a ello, a todo, a todos,

insisto,

intento acercarme;


claro, podría ser mas explícita

pero esa actitud los ahuyentaría todavía más;


¡son solo palabras,

algún comentario algo más extenso

de lo "requerido"


y ya basta para que se oculten

dentro de su maldita armadura!


¿Será que el enamoramiento,

la conquista, el llamado "romanticismo"

se acabó para siempre?


¿se lo considerará, tal vez, cursi, pasado de moda?


¿seré yo el problema?


¿debería volverme reticente

a toda frase, a toda intención,

al mas mínimo interés,


para que el otro ni siquiera "sospechara",

para evitar su desaparición?


Me niego

a esa abstinencia de decires, de sentires,

a ese simple intento de iniciar, -si el otro baja su arma-,

un posible diálogo.


No importa cómo siga luego,


¡es el instante!


¡cuando más que nunca deberían valorarse

esos atisbos de consideración,

de intento de empatía,

de ternura,


en medio de tantos espíritus quebrantados

por los tantísimos riesgos

concretos, tangibles!


Por mi parte,

no adheriré jamás

a esa irracionalidad,


a ese específico estado de pánico.


¡no, por favor! 


ese apartarse ¡cada vez más!

de los otros,


de probables sentimientos,


¡de lo que sea que fuera probable!


esa renuncia a la propia esencia:


lo más bello, 

lo genuino,

 

lo que nos distingue de los demás

y, al mismo tiempo,


nos asemeja.



jueves, noviembre 12, 2020

Los que renunciaron

 No importa

lo que debería importar

o lo que siempre importó


o así lo parecía;


es tan obvio

el desprecio por la vida humana,

por la propia vida;


saludable, creativa,

afectiva;


hay quienes se burlan

de los afectos.


Pienso, en verdad

que son los que más los necesitan


o no los tuvieron,

o no se atrevieron,


tampoco antes,

cuando se valoraban,

cuando eran prioritarios;


a nadie, a muy pocos detiene 

la visión del cielo,


tocar la flor, aspirar su néctar,

abrazar el árbol


si no poseen dinero

en papel, en plástico


u otros bienes materiales;


si no pueden seguir embriagándose

-y no me refiero al vino-;


si no pueden seguir atrapados

a sabiendas, o no tanto


esclavos voluntarios de sus adicciones;


desde ya, el más absoluto desinterés

por todo lo que no convoque al placer inmediato,


a su obtención urgente.


Como los niños:


egoístas, cerrados, negados a todo

lo que no apunte a sus propios deseos;


el hombre se ha burlado de los hombres,

el hombre se ha mofado de sí mismo;


reniega de los robots, de la tecnología


y él mismo es controlado

por cámaras, teléfonos, todo tipo de dispositivos;


y lo sabe


obediente

accede

cuando le requieren

datos, detalles


sobre su vida


o lo que fue su vida

alguna vez;


Zombies

hambrientos de todo, de nada,

surcan las sucias calles 

de una ciudad en ruinas


quizas, desearian escapar

sin saber a dónde ni cómo;


son pocos

los que optan por el carpe diem


y se alejan

de la mugre,

del hacinamiento,


de la peste.


Otros

también podrían hacerlo,

pero ni fuerzas,


¡ni fuerzas!


son los que renunciaron,

los que abandonaron la pugna;


los que se olvidaron de quienes eran

o quisieron ser.


Los que se extraviaron

en cierto recodo

de un camino que ya no existe,


los que descreen

de todo,


aun de la más mínima


posibilidad de retorno.



lunes, noviembre 09, 2020

Que fueras ese sueño

que tus ojos

me revelaran

lo que imagino, deseo;


que fueras

el impulso,

las ganas descontroladas;


¡que fueras la pasión

la más incontenible pasión


que vibra en el cuerpo, en el espíritu,


luego

de un interminable letargo!


eso querría.


Eso

y todos los abrazos,

los besos, las caricias,


las palabras,

todas las que quisieras decirme,

en el oído, 


¡gritándolas!


sin miedos,

sin prejuicios;


eso


y mucho más,

mucho, mucho más


y nunca cansarme,


no tener que pedírtelo,

ni recordártelo;


no tener

que ansiar que lo adivines


y quedarme esperando

en vano,


portando, siempre

alguna lágrima,


o varias;


quisiera, en fin,

que fueras ese sueño


en especial,


cuando estoy despierta.




Cristina Del Gaudio

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