miércoles, septiembre 28, 2022

Suspiros que son aire

 Quiso desplazarte.


  Antes,

  después


  muchísimo después,


 incluso

 en mis recuerdos.


¿Cómo pudo siquiera, imaginarlo?


Nada, nadie, ninguno, jamás

podrá con tanto


ni con este tan poco,

ni siquiera con este olvido

¿definitivo?


¡Nada, nadie, ninguno, jamás!


mi corazón

se ha quebrado;


solo suspiros,

siempre suspiros


que son aire,

inspiración, deseos de que lleguen,


de que alcancen algo de tu ser,

de tu figura,


de tu pelo, tu mirada, tu boca, tus abrazos.


En fin, anhelos postergados,

una, otra vez,


¡cuánta impotencia!


por eso,

no por lo que pensaste o pensás,


preferí alejarme,

alejarte;


siempre perderías,

no lograrías, jamás,

ocupar, ni por un segundo,

su lugar


ni en mis pensamientos,

ni en mi piel, ni en mi espíritu;


un adiós

hubiera sido innecesario.


Bastó con cerrarte el paso

en mil modos,


bastó

con negártelo todo,


con no querer, siquiera,

compartir un encuentro;


pero volviendo a "vos",

de nuevo a vos:


¿cómo no pudimos,

cómo no fuimos capaces, audaces,

ni tan voraces


como creíamos, nos prometíamos,

al escribirnos todo?


¿fue demasiado?


¿cómo no se te ocurrió

que otro, otros lo intentarían?:


darme eso que solo vos pudiste,

podés, podrías


-lo sabés-;


por eso te apartaste.


Ni una lágrima, ni un beso de despedida,

ni el roce de tu mano,

ni un abrazo,

ni el libro, ni el café...


Te fuiste

sabedor de tu no regreso,


sabedor

de tu huida,


¿de mí? ¿de vos? ¿de aquello?

¿de lo que sucedería si....?


no lo sé.


Hoy, tan lejos

ambos


de todo lo que pasó después

que fue peor,

¡mucho peor!


me odiaste un tiempo,

te odié un tiempo,


quizás, para no olvidarnos

el uno del otro,


¡para recordar, por siempre,

aun sin haberlas revivido,


esas irrepetibles, irreemplazables

sensaciones!


jueves, septiembre 22, 2022

Fascinante lobreguez

 Sus desbordantes balcones,

 despintados, deteriorados

 por los tantos años transcurridos;


me parece verlos

como alguna vez fueron

o estuvieron;


me parece oír

voces, pisadas, corridas,

gritos, llantos, risas;


¡la casa

tiene vida!


aunque muchos

no la vean así,


aunque no la vean.


Hubo gente

que como todos, en todas partes,

sufrieron por amor, sufrieron pérdidas

de diversa índole,


sufrieron.


Pero también hubo festejos

en el gran salón,


¿el que se oculta

detrás de la inmensa puerta

de entrada?


¿en la cocina,

en otra parte?


¡quien sabe!


la casa


me llama

con su silencio majestuoso,


no creo

que pueda ingresar;


habrá cámaras,

algún dueño que controle;


desde afuera

me parece verla por entero;


es extraño


el por qué me detuve

un día,


sigo deteniéndome

y nunca es igual,


siempre hay detalles,

siempre imagino situaciones,


lo cierto

es que me encantaría


conocerla;


a pesar de las ruinas,

de la suciedad, del moho


que seguramente

la invadirán por completo;


algo de mí,

de algún antepasado,


podría haber estado allí,


haber pertenecido

a la magia de esos recintos,


gozado de sus olores,

de su sabor;


me parece sentir

su aliento cálido o gélido, según,


invitándome

a conocer sus secretos;


no sé qué hacer

con todas esas sensaciones.


Apenas, escribir,

esbozar

algo, parte


de lo que me hace experimentar,

de lo que me significa o creo que me significa;


el pequeño jardín,

abandonado, el pasto sin cortar, seco,


testigo, quizás, de corridas, griteríos

infantiles;


tal vez, hubo rosas u otras flores

tal vez, una hamaca,

tal vez, tanto


¡y hoy,

el vacío!


por alguna o varias razones

sé que hubiera sido feliz

allí.


Probablemente,

lo fui.


No lo sabré nunca,

mucho menos, si no ingreso.


En esa casa

pudieron haberse refugiado 

mis borradores,

mis fotografías,


mis libros, mis sueños;


tanto

y tan poco;


¿hay ausencias

que claman por mí

o es lo que quisiera que pasara?


mis ausencias

saben de ausencias


así, las de esta casa

sean remotas;


¡la casa!


tuvo o pretendió tener

lo que yo no tuve

o no fui capaz de tener;


¡es tan escaso, nada,

lo que sé!


solo intuición, suposiciones,


imágenes a las que mi espíritu

da forma, movimiento;


la casa:


¡No puedo dejar

de pensarla mía!


pues en mi piel, en mis sentidos,

en mi interior,

se desliza, inexplicablemente,


esa fascinante lobreguez.

sábado, septiembre 17, 2022

¿Cómo regresar?

 Querría

 reinventarte,


lograr

que fueras

como antes,


como ya no sos;


me encantaría

escuchar, una, otra y otra vez

esas palabras inocentes,


esas expresiones, esos gestos

plenos de ternura, 

plenos de pasión;


siempre espontáneos,

-los que escribía el corazón-,


¡el amor

con toda su fuerza,

su plenitud,


capaz

de poseernos,


de transportarnos 

a sitios inimaginables, encantados!


querría, realmente,

que volviéramos


ambos


a ser aquellos;


no haberme infectado

con frases, pensamientos,

prejuicios, falacias,

contactos nefastos,


¡decepciones!


querría

recuperar algo, un atisbo


de aquel ensueño,


de aquellos días 

llenos de sol, de verde, 

¡de vida!


de momentos ínfimos


que hoy me resultan

invaluables;


que hoy integran

el mejor racimo de recuerdos:


el más colorido,

el más perfumado;


pero, en fin,


estoy,

estamos acá,


se descorrió el telón:


quedó al descubierto

toda la mugre

del mundo;


las divisiones entre hermanos,

las ambiciones desenfrenadas,


la aversión por los sentimientos,

lo genuino, lo mágico.


Las perversiones,

las injusticias,


ese impulso constante

de bajar los brazos


así, insistan

en que hay que seguir,

en que todo va a cambiar.


¿Todo va a cambiar?


La magia

abandonó sus misteriosos recodos;


o tal vez, quienes deseábamos hallarla,

quienes la hallábamos,


renunciamos a su búsqueda,


dejamos de interesarnos en ella;


¿cómo regresar?


no hay retorno

para los instantes,

las vivencias,


las personas

que fueron parte 

de nuestra vida


y por uno u otro motivo,

ya no lo son;


pero nos tenemos,

los que todavía


estamos acá,


los que estuvieron acá

y hoy, en otros lugares;


todos respirando como podemos,

sobreviviendo al advenimiento,

como dicen,


de un "nuevo orden mundial";


vislumbrando

el acabóse de tantas risas, 

libertades, emociones,

entusiasmo,


juegos,

complicidades;


esa fiesta

en que lográbamos convertir


un día cualquiera,

en un lugar cualquiera,

solos, acompañados;


todo se presenta

desabrido, 

opacado,


sin sustancia,

sin sentido;


no nos abrazamos,

apenas, nos acercamos:


-el otro

puede portar esa temible enfermedad-;


el otro

ya no es un posible amigo,


puede engañarnos,

puede utilizar nuestra identidad,


puede mentirnos, atacarnos,

¡matarnos!


así estamos.


Algunos, con barbijo,

otros, sin;


haciendo, diciendo,

casi siempre o siempre

a solas


consumiendo

lo que podemos;


ansiando,

sufriendo


por lo que no podemos obtener.


En aquel antes

tampoco podíamos obtener

muchas cosas;


sin embargo,

había reemplazo para ellas:


el afecto, las expectativas,

¡los sueños!


los cafés

en medio de los apuntes,


de las servilletas con palabras,

corazones,


transformadas

en un pájaro, un clavel;


sin apuro,

¡sin miedo!


no había tiempo

para cuestionárnoslo todo,


aunque el tiempo sobraba


¡para estar en donde estábamos,

haciendo lo que teníamos, queríamos hacer,


nunca con la cabeza en otra parte!


para conversar 

de lo que sea, con quien sea,


¡para escucharlo!


para leer,


para mirar, atentos, el cielo,

pletórico de estrellas


y de pronto, una noche:

¡una estrella fugaz!


entonces, pasara lo que pasara

nunca olvidábamos


pedir, en silencio,

tres deseos.


Pregunto:


¿cuáles serían hoy

esos deseos?

miércoles, septiembre 07, 2022

¿Existe una única verdad?

 ¿Existe la verdad?


 o mejor dicho,


 ¿existe una única verdad?


 supongo que no,

 apenas, versiones, opiniones, 


 que se disparan

 a través de distintos medios,


conforme al interés

de quien o quienes los difunden;


y se convierten, para algunos,

en "verdades" irrefutables,


¿por qué?


porque quieren creer,

porque hacen el famoso "pacto",


como sucede cuando leemos una obra de ficción

y aprobamos, por ejemplo,

a algún personaje,


nos encariñamos, inclusive,


lo encasillamos en ese rol,

alejado, casi siempre, de su construida o no

"realidad",


de sus miserias diarias,

basadas o no en convenientes supuestos,

como pasa con cualquier mortal.


En fin,


volviendo al tema

de la intencionalidad

con respecto a la imposición de determinadas "verdades",


es probable

que con el tiempo,


alguien, varios,

todos


escuchemos, leamos,

nos cuenten


lo contrario


y lo tomemos como "real",

aun tratándose de otra versión,

de otra mirada,


de otro objetivo

de parte del enunciador;


así, pueden surgir

miles de "verdades",


apoyadas por unos,

rechazadas por otros;


es parte de tantas otras cuestiones

que conforman esa incertidumbre

que no deja de perseguirnos


hasta el último

de nuestros días;


¿es que nunca se sabrá la verdad?

unos cuantos se cuestionan;


¡yo me lo he planteado

tantas veces!


la respuesta es no.


Pues las verdades 

son relativas, convenientes,

ilusorias, en ciertos casos,


en pos de conformarnos,

de brindarnos un guiño necesario


para parar la cabeza,

para no enloquecer


para no seguir preguntándonos

y preguntándonos.


Hay otro punto importante:

si determinada "verdad" proviene

de alguien en quien no confiamos en absoluto,


jamás nos convencerá.


¿Se trata, entonces,

de un tema de confianza?


diría que de algún modo,

así es.


Si confiara ciegamente

en quien fuera,


si le atribuyera dotes extraordinarias,

en fin, si me transformara en un fanático

de sus palabras, de sus acciones,


así, dijera, hiciera

cualquier disparate


sería posible que le creyera,

lo aceptara.


Si se diera lo contrario,

seguramente ninguno de sus dichos ni hechos

me conformaría.


En resumen,

mi "verdad" puede o no

ser la de mis lectores

o no lectores;


sus respectivas versiones de "verdad"

podrían coincidir o no con las de otros,

quienes sean;


resulta obvio que las consecuencias

de exponer e imponer ciertas falacias


podrían ser catastróficas,


se trate o no

de "verdades"(¿?).


Eso acontece, en ocasiones,

luego de mucho tiempo,

años...


O no.


Pero así son las cosas:


vivimos creando, admitiendo, negando

"realidades",


inocente, convenientemente;


quizás,

para poder seguir.


(tal vez, este escrito

se trate, simplemente,


de mis propias "verdades").



martes, septiembre 06, 2022

Atrapados

 Saben

 sobre mecerse suavemente;


 acerca de no esperar,


 de continuar, persistir

 en sus designios;


saben

sobre recogerse

cuando los sacude el viento fuerte,

si arrecian temibles tormentas;


saben

florecer

sin por ello, envanecerse;


saben

hallar el silencio,

aun en sitios bulliciosos;


saben

de despojos, de pérdidas,


así, nada les asegure

un próximo resurgimiento;


ellos,

ellas,


árboles,

plantas


¡nos enseñan tanto!


a habitar el instante,

a continuar pese a todo,


¡a nosotros

que no podemos parar la cabeza!


que no sabemos ni queremos

relajarnos;


le tememos a todo,

no aceptamos las pérdidas,


no creemos, tantas veces,

en un próximo renacimiento;


si llegamos a sentirnos fortalecidos,

mejores, más bellos


nos vestimos

para mostrarnos,


ocupados únicamente

en nuestra apariencia,


-aunque por dentro

estemos deshechos-;


¡qué poco sabemos

de humildad!


ignoramos el modo

de pasar de la desdicha a la alegría

y viceversa;


¡cuánto nos falta!


¿cuándo creceremos,

cuándo aceptaremos,


nos fortaleceremos

de verdad?


nos aburre el silencio,

nos perturban los ruidos;


entretanto,

ellos continúan siendo,


plenos de foresta,


cuando sus hojas caen,

día tras día,


o desnudos,

en invierno;


nosotros

ni advertimos, en ocasiones,

sus naturales, bellísimos, cambios,


de tan ocupados

que estamos


intentando sostener una aparente equilibrio


atrapados en nuestro frágil,

patético


universo.











viernes, septiembre 02, 2022

Incondicionales (o no tanto...)

 Todo.


  Lealtad,

  presencia,


  ¡devoción!


  llueva,

  arda el sol a morir,

  caigan rayos o piedras,


  haga lo que haga,

  diga lo que sea,


 no haga nada

 de lo que dijo o prometió.


Todo.


Por Ella.


Aunque insulte,

grite,


amenace, asuste,

insinúe que deberían temerle.


No importa.


Ahí están

y estarán.


Ellos.


La sostienen,

la aplauden, la consienten,

se ríen de sus ironías,

se burlan de lo que Ella se burla,


lloran

si Ella "llora".


Ella les da...

¿les da?


cada vez menos,

-las cosas están difíciles por acá-;


-una forma, si se quiere,

de feudalismo-,


la Señora feudal

y ellos...bueno, sin botín, ni triunfos

para ofrecerle


pero si

sumisión absoluta,

fervor, casi locura,


enseñados, como fueron,

apropiadamente;


A veces,

esa adoración

incondicional -o no tanto-

es heredada:


sus abuelos,

sus padres:

"el general dijo o hizo esto",

"el general dice siempre y hace aquello"


entre otras cosas;


y ahora:

"¿qué diría o haría el general si se levantara

de la tumba?",

por ejemplo;


Y la anterior "Ella",

la mujer del general,

mencionada en una, miles, millones de ocasiones:


la "abanderada de los humildes";


la que murió

muy joven,


la que inmortalizaron:


"la bicicleta que le dio al tío",

"la máquina de coser que le regaló a la abuela",


también, al general:


"me acuerdo de las vacaciones en la colonia que el general

organizaba en la quinta"


y así,

sucesivamente.


¿Cómo olvidarlos?


Tal vez,

algunos tendríamos que haber estado

en esa situación, en esos tiempos


y ahora, 

en la situación, en la cabeza

de sus descendientes.


Probablemente,

algo entenderíamos,


no sé.


Esteee...perdón, interrumpo un momento:


¡Ahí está Ella!

¡Va a hablar, a pronunciar un discurso!


ahora, 

en un rato nomás,

en algunas horas...


Como sea,


la esperarán.


En fin,


una historia 

de nunca acabar.


Ellos

siempre la esperarán.


sus hijos, sus nietos,

la esperarán


o si no sigue en este mundo,

la inmortalizarán.


Como a la otra "Ella",

la mujer del general,


la que les regalaba lo que necesitaban,

la "abanderada de los humildes",


la que murió tan joven,


la que antes que a su marido, el general,


eternizaron.






Cristina Del Gaudio

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