Sus desbordantes balcones,
despintados, deteriorados
por los tantos años transcurridos;
me parece verlos
como alguna vez fueron
o estuvieron;
me parece oír
voces, pisadas, corridas,
gritos, llantos, risas;
¡la casa
tiene vida!
aunque muchos
no la vean así,
aunque no la vean.
Hubo gente
que como todos, en todas partes,
sufrieron por amor, sufrieron pérdidas
de diversa índole,
sufrieron.
Pero también hubo festejos
en el gran salón,
¿el que se oculta
detrás de la inmensa puerta
de entrada?
¿en la cocina,
en otra parte?
¡quien sabe!
la casa
me llama
con su silencio majestuoso,
no creo
que pueda ingresar;
habrá cámaras,
algún dueño que controle;
desde afuera
me parece verla por entero;
es extraño
el por qué me detuve
un día,
sigo deteniéndome
y nunca es igual,
siempre hay detalles,
siempre imagino situaciones,
lo cierto
es que me encantaría
conocerla;
a pesar de las ruinas,
de la suciedad, del moho
que seguramente
la invadirán por completo;
algo de mí,
de algún antepasado,
podría haber estado allí,
haber pertenecido
a la magia de esos recintos,
gozado de sus olores,
de su sabor;
me parece sentir
su aliento cálido o gélido, según,
invitándome
a conocer sus secretos;
no sé qué hacer
con todas esas sensaciones.
Apenas, escribir,
esbozar
algo, parte
de lo que me hace experimentar,
de lo que me significa o creo que me significa;
el pequeño jardín,
abandonado, el pasto sin cortar, seco,
testigo, quizás, de corridas, griteríos
infantiles;
tal vez, hubo rosas u otras flores
tal vez, una hamaca,
tal vez, tanto
¡y hoy,
el vacío!
por alguna o varias razones
sé que hubiera sido feliz
allí.
Probablemente,
lo fui.
No lo sabré nunca,
mucho menos, si no ingreso.
En esa casa
pudieron haberse refugiado
mis borradores,
mis fotografías,
mis libros, mis sueños;
tanto
y tan poco;
¿hay ausencias
que claman por mí
o es lo que quisiera que pasara?
mis ausencias
saben de ausencias
así, las de esta casa
sean remotas;
¡la casa!
tuvo o pretendió tener
lo que yo no tuve
o no fui capaz de tener;
¡es tan escaso, nada,
lo que sé!
solo intuición, suposiciones,
imágenes a las que mi espíritu
da forma, movimiento;
la casa:
¡No puedo dejar
de pensarla mía!
pues en mi piel, en mis sentidos,
en mi interior,
se desliza, inexplicablemente,
esa fascinante lobreguez.
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