martes, marzo 10, 2020

Porque eso duele

No esperar,

nunca esperar.

Si se da
lo que fuera,

si se está con alguien
cuando lo necesita,

si se acompaña
-o se intenta hacerlo-
a quien sea

en el padecimiento,
el abandono,
la pérdida,
la desesperanza;

si se lo ayuda
alguna vez,

material, espiritualmente,
-no importa de qué tipo de asistencia
se trate-,

no se debe,

no se debería
¡jamás!

recordar -o en realidad, reprochar- esas dádivas
"disimulando", a veces,
a través de palabras, frases irónicas;

¡porque eso duele,
porque eso duele!

tampoco, aguardar
devoluciones;

la vida
será quien ponga las cosas
en orden

o las desordene
del todo

siempre, para que uno aprenda,
siempre, para que se entienda,
se comprenda

casi todo de algo;

nadie está a salvo
de ser quien necesite

un abrazo, compañía,
palabras estimulantes,
apoyo, sostén,

también,
ayuda económica

en momentos difíciles;

nadie está a salvo
de ser el carente

de lo uno
o de lo otro;

por eso,

decir

te dí,
te presté,
te acompañé,
te banqué,

y tantas frases por el estilo

es de necios,
es de mala gente,

no es humano,

refiriéndome
a lo humano
como el colectivo
de virtudes, bondades

¡de incondicionalidad!

que hacen a una persona
digna de ser llamada así;

por eso,

no pidan perdón

aquellos que reclamaron,
demandaron esto, lo otro
a cambio de...

subestimaron, de mil maneras,
a aquel
a quien socorrieron antes;

quizás,
haya quienes crean
en ese posterior arrepentimiento.

Por mi parte

no les creería,

no.


Cristina Del Gaudio

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