domingo, noviembre 15, 2020

Miedo a sentir

 ¿Por qué

 todo lo que deseo

 se esfuma,


me es vedado?


¿por qué

no me sucede

eso mágico

que encandilaría

mis sueños,

mi "realidad"?


¿por qué

todo me cuesta tanto,


si me aproximo a alguien

algo más de lo mínimo "exigido"

ya le significa una invasión,


huye en mil modos

como si yo fuera un contrincante,

una terrible amenaza?


¿será que hoy 

los afectos aterrorizan?


¿el temor a exponerse

se originará en alguno o varios episodios traumáticos?


quizás, el haber padecido maltratos, manipulación,

abandono?


también pasé por algunas

o todas esas instancias

pero mi corazón quedó intacto;


de todos modos, no vacilo en exponerme, demostrar interés,

si así lo experimento;


¡no le tengo miedo al amor!


en todo caso, al desdén, a la mentira,

al desamor;


mas pese a ello, a todo, a todos,

insisto,

intento acercarme;


claro, podría ser mas explícita

pero esa actitud los ahuyentaría todavía más;


¡son solo palabras,

algún comentario algo más extenso

de lo "requerido"


y ya basta para que se oculten

dentro de su maldita armadura!


¿Será que el enamoramiento,

la conquista, el llamado "romanticismo"

se acabó para siempre?


¿se lo considerará, tal vez, cursi, pasado de moda?


¿seré yo el problema?


¿debería volverme reticente

a toda frase, a toda intención,

al mas mínimo interés,


para que el otro ni siquiera "sospechara",

para evitar su desaparición?


Me niego

a esa abstinencia de decires, de sentires,

a ese simple intento de iniciar, -si el otro baja su arma-,

un posible diálogo.


No importa cómo siga luego,


¡es el instante!


¡cuando más que nunca deberían valorarse

esos atisbos de consideración,

de intento de empatía,

de ternura,


en medio de tantos espíritus quebrantados

por los tantísimos riesgos

concretos, tangibles!


Por mi parte,

no adheriré jamás

a esa irracionalidad,


a ese específico estado de pánico.


¡no, por favor! 


ese apartarse ¡cada vez más!

de los otros,


de probables sentimientos,


¡de lo que sea que fuera probable!


esa renuncia a la propia esencia:


lo más bello, 

lo genuino,

 

lo que nos distingue de los demás

y, al mismo tiempo,


nos asemeja.



Cristina Del Gaudio

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