miércoles, mayo 19, 2021

Verdades ineludibles

 Soy otoño,


 soy palabras

 que nunca enmudecen


¡palabras como armas,

palabras que hacen reaccionar,

palabras que agitan espíritus,

despiertan ilusiones,


animan a insistir,

a resistir,


a actuar,

a no dejarse avasallar


por esas otras palabras:

huecas, desnudas, desprovistas de todo halo!


cuidado


con esas palabras engañosas,

palabras que buscan convencer

con mentiras, con luces enceguecedoras

que se parecen a promesas,


que impiden ver,


para luego apagarse,

para luego extinguir esos sueños

antes asegurados,


para dejarnos vacíos,

imbecilizados,


aterrados,

a merced de  maléficos designios.


Hay quienes eligen escuchar, leer

esas malditas palabras


y aún así,

exterminan su discernimiento,


su razón de existir.


Y andan por ahí

peores que los robots,


pues no les queda en su cabeza

ni una sola idea,


ni siquiera 

de las que les programaron;

 

hay gente

-por suerte-


que elige las otras,


el verbo viviente, creador, 

que invita al resurgimiento,

a no dejarse vencer,


propone, sostiene las libertades,

la no renuncia a los principios,


¡anima, levanta, suma!


hay personas, muchas

que se alinean

con la verdad


y aunque digan 

que la verdad no lo es tanto,

que depende de esto o lo otro


hay verdades

ineludibles:


la miseria, la falta de oportunidades,

el encierro, la inseguridad,


el desprecio por la vida humana,


¡el hambre,

el ataque sistemático 

a la educación, a la salud,

al bien, a todo lo que está bien!


a la felicidad


¡la felicidad!


hay seres

que nunca pero nunca

tuvieron un solo momento de felicidad.


Nacieron en la miseria,

la miseria en todos los sentidos

imaginables e inimaginables


y no le importaron

a nadie,


salvo a ocasionales "benefactores"

que solo buscaron, buscan figurar


para acrecentar su fama,

sus "bienes".


Las palabras pueden contarles también sobre esto,


las palabras pueden rebelarse, 

convertirse en dedos gigantes


señalando al hipócrita, al cínico,

al manipulador,


al ladrón.


Las palabras pueden contarnos

que siempre es posible,


¡que siempre es posible!


que el sol

sale para todos, en todas partes


que el odio, el mal pueden acabar,

que el dolor de tantos puede aliviarse,

¡curarse!


las palabras pueden decirnos

que todas las calamidades que acarrean el egoísmo,

la obsesión por el poder,

por el dinero,


podrían


pueden


algún día


diluirse.


Que alguna vez

todos, absolutamente,


entenderán


que uno puede extasiarse,

simplemente,


ante una calle cubierta de hojas otoñales amarillentas,

ante un árbol repleto de flores primaverales,


ante una luna redonda

o en forma de medialuna;


perderse


ante un impresionante desfile de pájaros

y detrás, el infinito cielo azul;


deleitarse


frente a una guirnalda

con flores silvestres de color violáceo

o el que fuera,


cortejando, desinteresadamente,


las vías

de un tren.




Cristina Del Gaudio

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