¡Que triste habituarse
a la ausencia de abrazos,
de manos entrelazadas,
de besos!
¡jamás lo hubiera imaginado!
¡justamente yo que no podía dejar de abrazar,
se me había vuelto un hábito!
¡y me hacía tan bien!
el calor de esa otra persona,
el ánimo que nos infundíamos mutuamente,
¡ese "estoy con vos" tan penetrante!
increíblemente,
nos conformamos con ese choque de puños insulso,
ese toque con los codos,
o la mano,
agitándose desde la distancia;
¡maldito virus!
si fue creado ex-profeso,
¿cómo pueden ciertos seres que se consideran "humanos"
hacer algo semejante?
así como las guerras,
los crímenes, los abusos
de los más sádicos;
¡el asesinato de tantos inocentes!
ya sé: sucedió en otras épocas
y contextos,
siempre la crueldad prevaleció,
las injusticias, la insensibilidad,
aunque en otros tiempos,
no dispusiéramos de tantos medios
de información (o "desinformación", en fin...);
hoy somos más grandes
y tal vez, eso hace que veamos,
¡que veamos en verdad
lo que está pasando con nuestro mundo,
con nuestra gente, con la naturaleza!
tristemente
se llega a grande, -ni hablar a anciano-
para entender
y al mismo tiempo, desear no hacerlo...
pero así parece ser el destino del hombre,
su condición depredadora,
fría, egoísta;
sin ir más lejos,
paso por las calles
de mi barrio
y casi nadie advierte
la presencia del otro;
muchos, la cabeza inclinada,
agobiados, al parecer, por demasiados problemas
que no son las injusticias,
ni la deshumanización,
ni la falta de ética, de educación,
de consideración, de respeto,
ni el maltrato a la naturaleza.
No.
Es la preocupación
por no poder comprar esto o aquello.
Lo entiendo
si son productos de primera necesidad,
mas me asombra
cuando se ve ese dolor, esa rabia
en los gestos, en las miradas
por no poder adquirir
objetos innecesarios
que sirven, -o ni siquiera eso-,
para sustituir ese vacío insondable
que hostigó y hostiga
a todos y en todas partes,
que siempre se intentó compensar
con sustancias, compras, obtención de dinero,
otros bienes
y a cualquier precio.
Qué penoso
que nadie siquiera mencione
la carencia de abrazos,
de besos, de contacto físico,
de miradas
de esas, esas mismas,
las que solían perforarnos
el alma,
calentar los huesos.