viernes, mayo 06, 2022

Vacío y más vacío

¡Que triste habituarse

a la ausencia de abrazos,

de manos entrelazadas,

de besos!


¡jamás lo hubiera imaginado!


¡justamente yo que no podía dejar de abrazar,

se me había vuelto un hábito!


¡y me hacía tan bien!


el calor de esa otra persona,

el ánimo que nos infundíamos mutuamente,

¡ese "estoy con vos" tan penetrante!


increíblemente, 

nos conformamos con ese choque de puños insulso,

ese toque con los codos,


o la mano,

agitándose desde la distancia;


¡maldito virus!


si fue creado ex-profeso,

¿cómo pueden ciertos seres que se consideran "humanos"

hacer algo semejante?


así como las guerras,

los crímenes, los abusos

de los más sádicos;


¡el asesinato de tantos inocentes!


ya sé: sucedió en otras épocas

y contextos,


siempre la crueldad prevaleció,

las injusticias, la insensibilidad,


aunque en otros tiempos, 

no dispusiéramos de tantos medios

de información (o "desinformación", en fin...);


hoy somos más grandes

y tal vez, eso hace que veamos,


¡que veamos en verdad

lo que está pasando con nuestro mundo,

con nuestra gente, con la naturaleza!


tristemente

se llega a grande, -ni hablar a anciano-


para entender

y al mismo tiempo, desear no hacerlo...


pero así parece ser el destino del hombre,

su condición depredadora,

fría, egoísta;


sin ir más lejos,


paso por las calles

de mi barrio


y casi nadie advierte

la presencia del otro;


muchos, la cabeza inclinada,

agobiados, al parecer, por demasiados problemas


que no son las injusticias,

ni la deshumanización,

ni la falta de ética, de educación,

de consideración, de respeto,


ni el maltrato a la naturaleza.


No.


Es la preocupación

por no poder comprar esto o aquello.


Lo entiendo

si son productos de primera necesidad,


mas me asombra

cuando se ve ese dolor, esa rabia

en los gestos, en las miradas


por no poder adquirir

objetos innecesarios


que sirven, -o ni siquiera eso-,

para sustituir ese vacío insondable


que hostigó y hostiga

a todos y en todas partes,


que siempre se intentó compensar

con sustancias, compras, obtención de dinero,

otros bienes


y a cualquier precio.


Qué penoso

que nadie siquiera mencione


la carencia de abrazos,

de besos, de contacto físico,


de miradas


de esas, esas mismas,


las que solían perforarnos

el alma,


calentar los huesos.

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Cristina Del Gaudio

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