sábado, mayo 21, 2022

Lo que a nadie importa

 ¿Me esperaban?

 -no, en realidad no-


las campanillas violáceas;


nadie sabe, nadie se pregunta

quién las plantó en ese sitio,


por qué se aferran

a ese alambre

junto a la vía del tren;


¿el viento habrá transportado

allí sus semillas?


es temprano

todavía:


el refrescante, espléndido collar

luce en todo su esplendor;


¿el sol

se regocijará al acariciarlo?


ellas

sin saberlo y sin que casi ninguno

lo sepa o le importe


vivifican

uno de tantos insignificantes rincones de la ciudad;


animan las miradas de los que sí saben apreciarlas,

así, ellas no lo adviertan;


nunca dejan de regocijar

al ocasional caminante.


Cuando regreso,

el cielo comienza a apagarse:


se inicia la despedida

del precioso ornamento.


¡Hasta mañana!

les dice mi silencio

casi casi con tristeza;


las dejo instalarse

un rato más en mi vista,

en mi alma.


Ellas se cierran

y el espectáculo finaliza;


así es que regreso

al lugar donde se supone

que habito;


comienzo a entender

-o lo sabía desde antes-


que esta tarde

que por un rato, creí, creímos eterna


como tantas, como todas,


de pronto


desaparece.






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Cristina Del Gaudio

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