Solo quería
esas:
tus palabras
falsas;
elogios
¿por qué no? desmesurados,
hiperbólicos;
nunca temí,
no temo
a la intensidad;
pero vos sí.
Y no te gusta
o te produce pánico
escoger determinado tipo de palabras,
pues, las intuís esclavizantes,
suponés que te obligarían a...
Tal vez, sea como vos decís:
probablemente,
quien recibe esos panegíricos
los absorba como esponja,
los considere reales
y no desee soltarlos,
soltarte...
Escogiste
las palabras que lastiman,
que no sugieren, que no incitan;
que no se "hacen cargo",
como se dice.
Palabras sin detrás,
huecas,
simples signos
sin significantes;
o las que arrojan verdades
más mentirosas que la mentira misma;
palabras que no prometen,
siquiera,
pensamientos;
pero este corazón
ansía fantasías,
las que propusiste, obvio,
sin darte cuenta;
tu armadura, para tu tranquilidad,
aún brilla, te ampara(?)
de todo sentir
que te aproxime
hasta a los recuerdos;
¡y yo, ingenua,
creí que te la estabas quitando!
ahora...la nada.
La inmunda nada
rutinaria, con olor a rancio;
ni siquiera
esas líneas vacías,
en las que intentabas,
intentás
no dejar huella;
un vacío de engaños
que, aunque parezca un contrasentido,
llenaba mis días,
mis mañanas
trilladas, silenciosas;
juegos verbales que nublaban mi cordura,
al punto de alejarme, por unas horas
de este encierro,
¡de este encierro!
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