martes, noviembre 15, 2022

Ladrón de la magia

 Olvidar


 no es levantarse,

cepillarse los dientes,

peinarse;


retomar,

automáticamente,

las tareas cotidianas;


olvidar


no es seguir

no es hacer de cuenta

que se sigue.


Olvidar


ante un pérdida,

un abandono, un rechazo


no se logra

tan fácilmente;


olvidar.


No alcanza

con dejar de ver esa película,

con ocultar ese libro, ignorar esa página;


tampoco


recurriendo

a sustitutos

que lo empeoran,


que lo agravan.


Olvidar


lleva un tiempo,

a algunos, más o menos

que a otros;


olvidar


es un reto,

un paso necesario,

diría, saludable;


hay quienes

jamás lo consiguen,


hasta en su último aliento

se aferran a ese persistente dolor,


a pesar de la culpa,

al haber sido, siempre, conscientes

del daño que se auto-produjeron,


al regar, a diario,

la planta de veneno

que terminaría aniquilándolos;


se trata de vivir,

de aprender de esos padecimientos,


no de abrazarse a ellos

y no querer soltarlos


¿por miedo

a la soledad?


quizás.


¿Un fantasma

es una compañía?


detrás de esos recuerdos vanos

de lo que no retornará,

de lo que no fue ni será posible,


se oculta

un ladrón:


el ladrón

de los más bellos sueños,


el ladrón

de todo lo bueno que podría pasar,


de todo lo que podría hacerse

con las aspiraciones, las aptitudes, los dones

particulares, privativos


de cada uno


si a ese

ladrón de la magia


se lo dejara

ir.







Cristina Del Gaudio

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