viernes, julio 07, 2023

Muros ostentosos

 Ellos no muestran

 sus bienes

 -o sus males-;


altos paredones

develan (es lo que buscan)

lo que hay o podría haber


detrás;


si no,

¿por qué 

esos muros?


¿por qué esas alarmas,

esas cámaras?


¡con lo lindo, lo perfumado

que era aquel pequeño jardín

con rosas rojas y jazmines


de mi abuela!;


daba a la calle,

expuesto a la vista de cualquiera:

-a veces, alguno le robaba una rosa-;


pero no había muros

escondedores;


no había nada que tapar, ni fingir,


eran lo que eran,

éramos lo que éramos;


por suerte,

tuve ese ejemplo


y el de mi papá;


un auto sencillo,

comprado con gran esfuerzo;


nada que esconder,

nada que negar,

nada que temer.


Un laburante

se decía entonces.


Y él lo decía de sí mismo,

con orgullo,

pues básicamente, aspiraba a sostener a su familia,


a que no nos faltara

nada de lo necesario;


¡qué importante

esa imagen, ese comportamiento

imborrables,


en la mente, en el alma!


¿cómo son,

cómo serán los descendientes

de los amurallados?


¿vivirán con miedo

a que les quiten sus juguetes?


¿retacearán sus lápices, 

sus libros, lo que fuera?


¿serán egoístas, ocultadores,

negadores, jactanciosos


como sus ancestros?


es probable

que así sea,


es probable.


Tal vez, nunca sabrán

de esfuerzos, de obtener las cosas

mediante sacrificios;


¡qué lástima!


porque si se da así, nada tendrá valor

para ellos


o al menos, no el valor

que tuvo para mi hermano y para mí

lo que fuera que nos compráramos,

nos dieran, obtuviéramos con nuestro trabajo,


y lo sigue teniendo.


Ni uno ni el otro

se ocultó;


ni uno ni el otro

ostentó nada, en absoluto,


pues todo nos costó, siempre,


-algo que hoy parece obsoleto,

estúpido, también-;


me encanta salir a la calle,

respirar, mirarlo todo,


sin temores, más allá de la inseguridad,

más allá de tener en cuenta ciertos cuidados.


Y detenerme a fotografíar

árboles, a mi enredadera querida,

determinados sitios;


Nunca con una armadura hermética,

nunca con una actitud 

aprensiva;


jamás la más mínima creencia

de ser más de quien sea,


pues nadie lo es,

de ningún modo.


Todos tenemos miedos,

todos sufrimos enfermedades,

amores complicados, distancias,


pérdidas.


¡Eso y tantas cuestiones

nos igualan!


Nadie, ninguno como la muerte

lo sabe.


Y no discrimina.





Cristina Del Gaudio

Seguidores