¡Si vieran
qué bello se ve ese pino!
la llovizna
se desliza, suavemente,
sobre su ramaje
aun completo,
a pesar del invierno;
¿nos obsequiará
piñas este año?
¡si vieran!
cómo lucen
esas flores
pendiendo de ramas
algunas, desnudas,
otras, repletas, todavía, de hojas verdes.
(Hojas, ramas, flores
de las cuales se ignora su proveniencia)
¡Si vieran,
si pudieran ver!
ese cielo
en parte, gris, gris más oscuro,
con algunos reflejos luminosos
¿se asomará el sol?
¡ya se asomó!
si vieran
tantos
que viven cerca de ríos,
de lagos, de mares,
de montañas, llanuras,
en campos extensísimos,
en que por las noches las estrellas
parecen estar al alcance de las manos;
si vieran
los que la nieve
roza sus ropas, sus casas,
los caminos;
si vieran
cuanto muchos
no hemos visto
pero la imaginación
nos transporta,
nos sumerge
en la magia,
cada uno
desde donde se encuentra,
del lugar en que habita.
No hace falta
que lo exhiban en fotografías,
en videos;
los que no conocemos
ciertos lugares bellísimos,
poseemos imaginación
así crean
que no sirve, que no alcanza;
Parafraseando al gran
Jorge Luis Borges, decía algo así
como que desde el sótano de un suburbio porteño
podían crearse, escribirse,
miles de historias.
Desde la oscuridad
puede verse la luz,
pues la luz
no es solo posesión del afuera,
cuando la llevamos dentro de nosotros.
"La ciudad, a las siete de la mañana, no había perdido ese aire de casa vieja que le infunde la noche; las calles eran como largos zaguanes, las plazas como patios(...). En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas regresaban a él(...)" Ficciones, Jorge Luis Borges, Kalifón S.A., Buenos Aires, edición de febrero de 2011.