viernes, septiembre 01, 2023

Ese despertar

 Trato de no

 pensarte.


El universo

se oscurece,


la natura

pugna por sobrevivir


como nosotros.


Es inútil

evocar besos, gestos especiales,

únicos,


encuentros mágicos


que no volverán.


Ya no pienso en ello

-o intento no hacerlo-;


me impuse, incluso

no soñarte.


Sé que muy dentro mío

arde todavía la chispa

que un día logró superar


tanta distancia,

tantas incompatibilidades,


tantas cuestiones

sin resolver,


sin ganas,


¡con tantas ganas!


de resolverlas.


No me resulta tan simple

con los sueños:


el subconsciente

se resiste al olvido;


pero luego


¡ese despertar

y vos tan lejos!


no importa ya

con quien, cómo, dónde

estás;


importa

ese cada vez más débil

rastro de tu perfume,


ese cada vez más débil

sentimiento,


esa antigua pasión

cayendo y cayendo


como castillo de naipes


y nosotros,

como siempre


no haciendo nada

para sostener


esa magia


que nos unía

y separaba


al mismo tiempo;


en fin,


la primavera

está acercándose;


-lo supe esta tarde-:


regresaron esas increíbles flores color fuccia

en el cerezo que tengo la suerte de observar


detrás de mis ventanas,

cuando camino por esa calle;


son solo unos días

y las flores caen,


desaparecen,


retornan las ramas desnudas

a la espera del inquietante verano.


Falta.


Falta mucho.


Aunque el sol comienza a arder

con más y más fuerza.


Pero ahora es de noche.


Acecha una tormenta,

dijeron por ahí;


¿será hoy? ¿será mañana?


el cerezo

se volvió invisible.


La tormenta

en mi alma


podrá más


que los relámpagos,

la lluvia, el viento.


Mañana será otro día,


el cerezo

seguirá ignorando

el por qué


de su existencia,

de la de otros,


de mi mirada ávida,


de mis enredados

debates internos;


-y yo...


también-.








Cristina Del Gaudio

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