viernes, diciembre 01, 2023

Cárceles-refugio

 Los hay que ocultan

 sus sentimientos


 detrás del árbol 

 más frondoso;


y los hay que los exponen

en demasía


(luego, tal vez,

se arrepienten)


-o no-


mas esa es su naturaleza

y supongo que está muy bien

no renunciar a ella;


en fin, hay quienes temen

al amor, en uno o varios aspectos;


es así

que si no se esconden,


fingen "estar"

cada tanto:


una palabra, apenas,

un signo, otro indicio


de que aún están ahí,

a la espera de la reacción del otro,


siempre a la espera.


Y el otro, el que exhibe quien es,

qué siente, en qué cree


sin tapujos,


sin tabúes,


sin reservas,


probablemente,


insista

en gritarle: "piedra libre"

para que libere, poco a poco,

a ese corazón atormentado


de su cárcel-refugio;


o si es fuerte y se atreve

-cuando la cárcel- refugio se vuelve un muro inquebrantable-


intente derribarlo


para luego convencerlo

con su sonrisa, 


con sus ilusiones estridentes,


con el alma abierta

de par en par


para que ese ancestral temor

se desvanezca;


los hay de unos

y de los otros;


por mi parte, elijo

a los osados,


a los que no piensan

en las consecuencias;


no especulan

con lo que estarían dispuestos

a dar;


¡dan... y listo!


luego sucederá

lo que el universo disponga

para el caso;


nada es previsible

ni definitivo.


Y solo de ese modo,


atreviéndose,


se logra


hasta lo que se consideraba


absolutamente imposible.


Cristina Del Gaudio

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