viernes, marzo 15, 2024

Mirarla, admirarla

 Estaba allí.

 Está allí.


Como cada día,

¡como nunca antes!


 como si las tan intensas lluvias

 ni la hubieran rozado:


 el sol arde

 sobre los pétalos violáceos


 de la que se ignora 

 su origen:


-tal vez, el viento

tenga algo que ver con ello-;


reverencié su existencia,

agradecí al universo su incentivo cotidiano;


pasar por ese sitio

sin mirarla y admirarla


no sería lo mismo.


Me pregunto si alguien más

advirtió, advierte su existencia;


me pregunto, aun con mayor curiosidad,

si quien la advierte o advirtió


valora, valoraría

su valioso regalo incondicional;


pues está, florece,

se cubre de hojas verdes o amarillentas,

según la estación


sin que se lo pidan,

sin esperar ni una mirada, ni un saludo,


ni este ni ningún poema.






 





Cristina Del Gaudio

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