lunes, febrero 03, 2025

La fragancia de los jacarandás

 Por acá,

 es el calor;


 por tu lugar,

 el frío;


 sea cual fuera la geografía,

 sea cual fuera la temperatura,


 nuestros cuestionamientos,

 nuestros temores,

 nuestras pérdidas,


 ¡nuestros amores!


 los de antes,

 el o los de ahora,


nuestros hábitos,

nuestras más o menos ganas de...


¡nuestros juegos!


¡el juego de escribir

en mi caso!


resultan, siempre,

los mejores compañeros;


el modo lúdico de verlo todo,


¡hallar la risa!


buscarla y buscarla,

hurgar en los rincones del alma,


¡hasta revivirla!


devuelven el motivo,


retorna, segundo tras segundo

el interés,


solo así es posible

sobrellevar cualquier dificultad

-o casi cualquiera-;


en definitiva,


sea cual sea la sensación térmica,

el infierno está dentro nuestro,


convive


con nuestro propio cielo,


colmado de estrellas brillantes,

maravilloso, en esas noches cálidas,


-quizás, conmuevan hasta al más apático-;


¡ni hablar de la exquisita fragancia

que desprenden los jacarandás

por estos lados!


¡tan especial!

¡tan verano!,


habrá otras especies

por allá, a tantos kilómetros


que les signifiquen,

te signifiquen


verano, primavera, invierno...


No sé si recordarás

los aromas, los dichos,

el sentir, el reírse hasta de lo peor


las costumbres, las particularidades


de la gente

de nuestra ciudad.


El río marrón

rodeándola,


a modo de agasajo;


los lagos de Palermo,

los patos, el verde,


un lujo para la vista, para todos los sentidos,


para el espíritu;


no hay nada, no hay sitio

que supere a mi queridísima CABA.


Y pese a todo,

y aunque te extrañe...mucho


supongo que no te seguiría, nunca, 

a tus tan fotográficos, emblemáticos,

"perfectos",


-en verdad, sobreevaluados-


parajes.



 

Cristina Del Gaudio

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