Hay palabras
urgentes, no tanto,
no necesito preguntarme
el por qué;
ni cuestionarme
su arribo,
su objeto,
su modo, su momento;
hay palabras.
Sé que siempre estarán,
aun cuando me resista a ellas,
aun cuando no tenga las ganas,
aun cuando no acepte sus insistentes propuestas;
hubo, hay y habrá
-no dudo ya de mis inclinaciones-;
el verbo se desliza entre mis dedos
y siempre algo surge,
inesperado
o planeado de antemano
y luego transformado;
el nada sencillo
ni confortable oficio de escribir;
pasan los días
y ese temor, ese vacío,
¡ese sentirse
nada!
mas de pronto,
regresa la música celestial,
-o no tanto-
revoloteando
por estos sitios,
por los que sea,
mientras mi cabeza,
mi espíritu lo permitan,
lo deseen;
habrá palabras
cuando pierda a quienes amo,
las hubo
cuando he perdido a tantos,
cuando yo misma
me he perdido;
habrá cuando brote una idea,
un sentimiento;
habrá
cuando desaparezca,
cuando me atraviese
la daga de su ausencia;
habrá palabras de rabia,
de festejos, de sueños cumplidos
e incumplidos;
de sueños inimaginables
por soñar;
habrá si alguien las pide
siempre que ellas y mi ser
estén listos;
me sentiré muy sola,
muy muy sola
cuando ya no vengan a mí
mis entrañables, catárticas,
acariciantes, abrazadoras,
¡motivadoras!
palabras.