Podemos
por un rato,
no hablar de vacunas,
ni de hospitales, médicos,
terapias,
¡muertes!
no se puede continuar
soportando tan agobiante carga;
Es demasiado
para un alma que alguna vez quiso,
que alguna vez soñó,
que alguna vez
sonrió
al imaginar historias,
recordar amores, deseos,
hoy entintados o polvorientos.
"Y la muerte no tendrá dominio"
dijo el gran poeta;
es que en medio de todo,
en medio de la desesperación, las pérdidas,
las precauciones, los no abrazos,
los no encuentros próximos,
los no besos,
los no tantas cosas
estamos nosotros.
Solos,
decepcionados,
confundidos.
leyendo, escuchando
a uno y a otro,
llorando muertes de tantos
así, no los hayamos conocido;
¡Y tantos llorando muertes
de sus pares, amigos, parientes,
enamorados!
Es que ya el arte
no parece ser suficiente.
Sin embargo,
es el refugio más cálido
en las peores tormentas,
también, el sosiego,
el sentirse en casa
al lado de una chimenea
inextinguible;
por eso,
no debe morir,
no, no debe morir,
pese a todo y a todos;
es el único escape,
la única creencia con asidero,
tan simple de hallar
y tan complicado;
reside en nuestro adentro,
deambula por los recovecos de la cabeza,
del pensamiento
y se traduce
en letras, melodías
que refieren
a aquellos abrazos apretados,
a aquellos encuentros,
a esos seres
que hicieron, crearon, amaron, fueron;
que nunca olvidaremos.
el arte no tiene banderas
ni distinciones de ninguna clase.
Es el fruto intangible
pero se siente tan real,
tan hondo;
es esa canción
que acompaña, alivia la infelicidad;
es ese poema
que justo expresa lo que no nos atrevemos
o lo que sí nos atrevimos
pero no funcionó;
es el desahogo,
la liberación del cuerpo, del espíritu.
La afirmación absoluta
de que no estamos solos;
su poderoso destello
nos hermana, nos conforta,
aun
y pese a todo.
tremenda ilusión!
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