Si los sueños
no se cumplen
¡pues se construyen!
basta con dar con las personas,
facilitar las situaciones,
sonreír, sugerir,
¡pedir! ¿por qué no?
y confiar;
¿pasarse la vida
esperando que el milagro ocurra?
¡agotador!
y por lo general,
inútil.
Hay que proponerse ser un facilitador
de nuestros empeños,
de nuestros deseos;
apuntar hacia el horizonte
que hace tiempo vislumbramos
y dirigirnos hacia allí,
sin vacilar.
Si no sucede lo imaginado...
¿qué perdemos?
¡al contrario!
lo intentaremos
en otra ocasión,
¡insistiremos!
nada está perdido
si no está perdido en verdad;
por eso,
nada de sentarse a esperar,
salir a la vida
y autoimpulsarnos,
crear, armar
nuestros inolvidables
momentos de felicidad.
(Nadie mejor que nosotros
para concedérnoslos)
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