lunes, marzo 09, 2020

¿Les dolerá cuando los talan?

El árbol,
pequeño, mediano,
más grande,

menos, más frondoso,

abre sus ramas,
su follaje
a lo que sea;

no pide,
no espera,
no aguarda determinadas condiciones

para existir,

para brindarnos su belleza,
sus distintos colores, -según la época-,

¡su oxígeno!

lástima que el hombre,
muchos hombres

alucinados por su ambición,
con absoluto desprecio
hacia todo lo bueno,

hacia todo lo que beneficia
a sus propios congéneres

lo arruinen todo,
impiadosos,
desconsiderados,

sin tener en cuenta

que ellos también se perjudican
en pos de su objetivo,

se trate de su casa,
otra casa, un objeto,

se trate de una construcción,
se trate de lo que sea que haga

centrado en su supuesto beneficio,

¡por dinero, siempre el dinero!

ignorando
cuánto se pierde

por su egoísmo,
su negligencia.

El árbol,
los árboles
que aun quedan

todavía,

siguen con su danza
más, menos agitada,
según el viento,

siguen siendo tan verdes
como el verano, el sol, las lluvias
se los permitan;

tan amarillos, rojizos,
según sus preciosas hojas
se tornen;

así,
las distintas mutaciones;

¿les dolerá cuando los talan?

¡son seres vivos!

absolutamente desinteresados

y sin lugar a dudas,

absolutamente imprescindibles.

Cristina Del Gaudio

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