jueves, septiembre 17, 2020

Tontos, infelices, seres

Sabrás

que nunca te pedí nada;


sin embargo,

quizás, fue cruel, arbitraria,

mi decisión de limitarte

a ese reducido espacio;


no importa si otro, antes,

lo había hecho,

en otro sitio;


sé bien

que no tengo derecho,

¡en absoluto!


a apropiarme de tu verde, refrescante

existencia;


como vos,

ninguno de tu ámbito

lo hace


con ninguno,

por ningún motivo;


no sos un florero, un cuadro,

un sillón,


un objeto cualquiera

que coloco, re-ubico

donde, cuando quiero,


o lo quito

o lo cambio.


Estás vivo.


Sos.


¿Y si ese no era el lugar indicado?


sé que te sacuden vientos muy fuertes,

en esas noches heladas;


lluvias torrenciales

te inclinaron una vez.


Tuve miedo.


El miedo estaba en mí,

pequeña humana,


pequeña, débil humana.


Nunca en vos.


Sé también que el sol arde en tus ramas

todas las mañanas,

en primavera, en verano;


sé de ese calor, en ocasiones, insoportable

que pesa sobre tu follaje;


aun así,


no sabés de temores,

ni de mentiras,

ni de quejas,


competencias, especulaciones, 

envidias y tantas, ¡tantas

de nuestras vulnerabilidades!;


seguís ahí,


mientras, con cierta ingenuidad,

lamento,

me cuestiono

tu situación;


sé que permanecerás

allí mismo

o tal vez, otro sea tu destino;


como sea,

sobrevivirás

el tiempo que te ha sido destinado,


sin haber, siquiera, vislumbrado

las temibles oscuridades que en ocasiones,

nos asfixian;


los prolíficos demonios,

empeñados en seducirnos,


para someternos

a su antojo;


pobres seres,

pobres tontos, infelices, seres


que no podemos vivir,

que no sabemos vivir,


ni aceptar, ni entender,

ni comprender,

ni olvidar tantos rencores;


¡que somos capaces de amar a alguien

para acabar 

destruyéndolo!


para luego llorar, hasta secarnos,

cuando ya es tarde,

muy tarde.


¡y hacemos lo mismo o mucho peor

con nosotros!


¡humanos!


cuán diminutos


frente a tu ¿pequeña?

grandeza.

Cristina Del Gaudio

Seguidores