sábado, mayo 15, 2021

Así no encuentre ese hombro

Tardé muchísimos años

en entender,

en aceptar


que el amor

no tiene que ver con la posesión,

con la apropiación de la cabeza,

del alma


¡de la libertad!


de nadie;


quien ama, si ama de verdad

desea que el ser amado

sea feliz,


se preocupa y se ocupa

si le ocurre algo grave,


está.


Está siempre

o cuando puede


y se sabe que si no está

es porque no puede.


Y no hay demandas

de ninguna clase,


no hay cuestionamientos,

ni competencias vanas,


jamás dominantes

ni dominados;


quien ama a alguien


es paciente,

comprensivo, 


acepta las debilidades y valora las fortalezas

del otro,


como aprendió a hacerlo

con las propias;


si un día llora

así no encuentre su hombro


sabe que está,

que estará en un rato más


u otro día;


en fin, quienes comparten un amor,

de los genuinos


no dudan,


se dicen las cosas tal cual son,

se comparten temores, logros,


sin necesidad de disfraces,

de armaduras, 


de fingimientos.


No hay elucubraciones,

no hay segundas intenciones,


no hay planes;


solo se siente lo que se siente

aunque no se le encuentre un nombre


-o ni siquiera se lo busque-;


no importa la duración

del tipo de relación que fuera;


no importan distancias,

obstáculos, ausencias;


el amor supera, es mucho más fuerte

que todo lo demás;


el amor

es auténtico.


Si un día uno de los enamorados deja de ser correspondido

lo comprenderá, a pesar de que lastime;


porque pudo haberle sucedido

a él mismo;


se alejará o no se acercará demasiado


porque el bien del otro

-que es el suyo-


es todo lo que importa.


Porque amar, sentir, extrañar,

alegrarse o entristecerse

-según sean las circunstancias que atraviese el ser amado-


es lo que el amor significa


(además de otras cuestiones).





Cristina Del Gaudio

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