Su imagen,
por cierto, engañosa;
sus palabras,
sus consejos,
la persiguieron
como una sombra
que se exhibió blanca,
luminosa
pero resultó negra,
asfixiante;
el hombre en cuestión era algo así
como su "manual de vida":
lástima
que esto se dio por demasiado tiempo;
ella
le consultaba todo o casi todo,
le bastaba
con que estuviera en algún sitio,
así, fuera muy muy lejos,
así,
no volviera a verlo jamás
o cada tanto,
un rato;
para ella,
¡él representaba la vida misma!
se animaba
cuando este hombre aparecía,
¡la hacía reír!
le decía tres, cuatro cosas
bonitas
y eso era todo,
para ella, al parecer, suficiente;
muy triste.
Salir de la trampa
de esa falsa seguridad,
de esa mentirosa protección,
de esa estúpida idealización
hacia alguien que no tenía nada para dar,
ni a ella ni a nadie,
le llevó
casi toda la vida.
¿Un salvavidas?
¿el bastón que la sostenía?
¿el paracaídas que evitaba que la joven cayera al vacío?
eso imaginaba ella,
en tanto él
hacía y deshacía,
nunca se sabía donde estaba,
ni con quién, ni dónde vivía;
es decir,
de este amigo, confidente, ¿amante?,
lo que fuera,
ella no sabía prácticamente nada.
En cambio,
él sabía todo de ella,
de sus movimientos,
de sus actividades, de sus vínculos;
hasta que un día
ella se dio cuenta,
al darse vuelta el tablero
y convertirse ella en una especie de sostén
de este ser, en momentos muy oscuros,
habiéndolo escuchado, leído,
animado a seguir, a luchar,
a salir a la vida,
(aunque él se lo agradeció,
es cierto);
mas cuando ella tuvo problemas,
no pudo contar con su presencia,
ni con sus palabras de aliento,
consejos, nada de nada;
ni con esas pequeñas tonterías
que tanto la hacían reír;
entonces, ella decidió alejarse,
dejó de escribirle,
interrumpió todo contacto.
Él no hizo nada:
no la buscó, no le escribió,
no la llamó por teléfono,
desapareció.
Fue así que la mujer tuvo que sobrevivir
sin esa sombra pseudo-protectora,
sin ese sostén, sin esa supuesta contención.
¡Y lo logró!
¡hoy es feliz!
ríe sus propias risas,
toma sus decisiones,
se equivoca, acierta,
¿qué importa?
¡es ella
más que nunca!
aprendió, finalmente, a no depender más,
a abstenerse de esa toxicidad
que por años
la convirtió, sin que se hubiera dado cuenta,
en alguien cruel e injustamente
manipulado.