miércoles, diciembre 07, 2022

Seres que no tienen nada para dar

 Su imagen,

 por cierto, engañosa;


 sus palabras,

 sus consejos,


 la persiguieron

 como una sombra


 que se exhibió blanca,

 luminosa


pero resultó negra,

asfixiante;


el hombre en cuestión era algo así

como su "manual de vida":


lástima

que esto se dio por demasiado tiempo;


ella

le consultaba todo o casi todo,


le bastaba

con que estuviera en algún sitio,

así, fuera muy muy lejos,


así,

no volviera a verlo jamás


o cada tanto,

un rato;


para ella,

¡él representaba la vida misma!


se animaba

cuando este hombre aparecía,

¡la hacía reír!


le decía tres, cuatro cosas

bonitas


y eso era todo,

para ella, al parecer, suficiente;


muy triste.


Salir de la trampa 

de esa falsa seguridad,

de esa mentirosa protección,


de esa estúpida idealización

hacia alguien que no tenía nada para dar,


ni a ella ni a nadie,


le llevó

casi toda la vida.


¿Un salvavidas?

¿el bastón que la sostenía?

¿el paracaídas que evitaba que la joven cayera al vacío?


eso imaginaba ella,

en tanto él

hacía y deshacía,


nunca se sabía donde estaba,

ni con quién, ni dónde vivía;


es decir,

de este amigo, confidente, ¿amante?,

lo que fuera,


ella no sabía prácticamente nada.


En cambio,

él sabía todo de ella,

de sus movimientos,

de sus actividades, de sus vínculos;


hasta que un día

ella se dio cuenta,


al darse vuelta el tablero

y convertirse ella en una especie de sostén

de este ser, en momentos muy oscuros,


habiéndolo escuchado, leído,

animado a seguir, a luchar, 

a salir a la vida,


(aunque él se lo agradeció,

es cierto);


mas cuando ella tuvo problemas,

no pudo contar con su presencia,

ni con sus palabras de aliento,

consejos, nada de nada;


ni con esas pequeñas tonterías

que tanto la hacían reír;


entonces, ella decidió alejarse,

dejó de escribirle,

interrumpió todo contacto.


Él no hizo nada:

no la buscó, no le escribió,

no la llamó por teléfono,


desapareció.


Fue así que la mujer tuvo que sobrevivir

sin esa sombra pseudo-protectora,

sin ese sostén, sin esa supuesta contención.


¡Y lo logró!


¡hoy es feliz!


ríe sus propias risas,

toma sus decisiones, 

se equivoca, acierta,


¿qué importa?


¡es ella

más que nunca!


aprendió, finalmente, a no depender más,

a abstenerse de esa toxicidad


que por años

la convirtió, sin que se hubiera dado cuenta,


en alguien cruel e injustamente


manipulado.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores