domingo, enero 14, 2024

¡Intensa!

 Cuando despierto,

 cuando me desperezo


 y enseguida abro las ventanas

para que el sol me atrape,


así haga frío

o calor;


intensa


porque me llevaría a casa

a todos esos árboles,


algunos, aún vestidos de primavera;

otros, verdes, frescos, 

cada uno con sus frutos;


intensa


también en otoño,

caminando, con una emoción indescriptible

sobre ese mullido almohadón


de hojas 

secas;


intensa


al observar con gran placer

a las que siguen hamacándose en las ramas,


rojas, ocres, amarillas...


Intensa


porque miles de palabras

desfilan como hormigas

dentro de mi cabeza


y no puedo con ellas


y resultan ser ellas las que me organizan


este, tantos escritos.


Intensa


porque escribo sobre mi dolor,

el de otros,


sobre mi sentir,

mi pensar, mi cuestionarme

tanto


o nada;


intensa


pues, me involucro en las vivencias

de tantos;


intensa


porque si amo

lo hago con todas mis vértebras,


con mi sangre,

con todo mi cuerpo;


también con la intensidad

de mi espíritu;


¡intensa!


apasionada, empecinada,

sin renunciar, sin dejar atrás


lo que me desborda;

 

así soy.


A muchos

asusta, escandaliza


tremenda intensidad;


ellos, al parecer, eligen acallar sensaciones,

pensamientos, dolores.


¡Sofocan gritos

que los torturan desde hace tiempo!


no es mi caso.


Si tengo que llorar, gritar,

lo haré aquí, afuera, en las calles,


haya o no otras personas

testigos ocasionales de exhibiciones

que no comprenden


aunque quizás, no les sean tan ajenas;


nunca o muy pocas veces

me enfrenté a intensidades, siquiera, similares.


Pero no importa.


Si leo, si escribo,

si estudio, si amo,


si observo, si deambulo por ahí, 

si tomo un café,

si converso, si doy la mano,


si abrazo;


si me detengo ante esa bella enredadera,

hacia la mariposa que justo se cruza en mi camino;


si un pájaro,

el de siempre, el de nunca más


se posa

siquiera un segundo,


en mi balcón,


mis latidos serán tan intensos

como lo son en todo.


¡No podría concebir mi vida

de otra manera!


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En fin,


me despido

deseándoles, intensamente,


el mejor o uno de los mejores

domingos de su existencia.

Cristina Del Gaudio

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