sábado, mayo 03, 2025

¡Correr, no dejar de correr!

 Fundar el propósito,


 -o refundarlo-;


 correr hacia sus promisorios

 designios,


 ¡correr, correr, no dejar de correr!


 para luego detenerse,

 reiniciar la recolección de los frutos de los árboles

 del camino;


 mas nunca, ¡nunca!

 abandonar, siquiera, el recuerdo


 del por qué

 estamos,


 del por qué

 hicimos siempre lo mismo

 o casi lo mismo,


o no lo hicimos

pero apuntamos a ello;


 para luego o al tiempo

 concretarlo;


 es preciso no olvidar

 cuán felices nos hizo


 el resultado

 de tal vez, cierta fatigosa búsqueda;


 no olvidar 

 todos los gestos, las devoluciones,


 ese grito de alegría

 que no se ve


 pero se palpa,


 brilla dentro dentro del corazón;


si nos detenemos

que sea para reunir las fuerzas


mas nunca permitirnos olvidar,

por ningún motivo,


ya sea en medio de lágrimas,

indecisiones, temores,


¡como sea!


el propósito.


Algo tapado por el polvo

del casi olvido


podrá, deberá

rescatarse


¡y nuevamente,

el cielo en nuestras manos!,


la certeza absoluta

de reconocernos vivos,

tal cual somos,


cada uno con su particularidad,

su don, su legado;


cada uno frente a sí

mismo,


diciéndose,

repitiéndose:


esto quise ser,

esto soy,


¡esto volveré a ser!

Cristina Del Gaudio

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