lunes, junio 27, 2022

Miedo a perderlo todo, cuando no se tiene nada

 Cuánta alegría

 escribiste

 en esas líneas


-y no era común

en vos

tremenda exhibición

de sentires, de emociones-.


¡Cuánta alegría!


así lo expresabas,

así lo demostrabas.


Pero al parecer

eran solo palabras,


palabras arrojadas porque sí,

por alguien aburrido, hastiado,

sin demasiadas expectativas,


envejecido. 

(Y no me refiero a la edad).


Apenas,

un consuelo


entre tantas rutinas extenuantes,

con olor a naftalina;


cumplidos para cumplir,

lealtades en papel


para no tener conflictos,


para no quedarte solo,

¿quién sabe?


poco pude saber

de vos,


como lo preví.


Y yo confiaba,

te conté cosas que a nadie,


supongo, entregué mis mejores palabras

-de las que tienen un respaldo-,


intenté aliviarte,


brindarte algo de ese aire fresco

que pensé necesitabas.


No tiene sentido

empeñarse 


en bucear

en corazones rotos

que no buscan, no desean

reparación;


así, se estén partiendo por la mitad,

así, los invada el tedio,


sumado al miedo a perderlo todo

-cuando en verdad, no se tiene nada-.


Me alejé, entonces,

de ese sitio virtual


que era el único

que nos conectaba.


Y nada.


Pude haber enfermado,

pude haber muerto,


pude haberme ido

a otro sitio, a otro país.


No importaba,

no te importó.


Tristemente,

descubrí que siempre había sido así.


Quizás, logré hacerte sonreír,

alguna que otra vez.


No me arrepiento.






Ni mi nombre, (dedicado a tantos que "padecen" supuestos amores)

 Ni mi nombre,


 mejor así.


Tal vez,

si lo recordaras,

-o así te lo propusieras-,


me alcanzaría

¡otra vez!

tu flecha punzante,

chorreando tu veneno.


O lo intentaría.


Cuando pienso 

en que las cosas

terminaron horribles


enseguida me contradigo

porque descubrí, descubro

todo lo que aprendí;


si bien

yo recuerdo, recordaré siempre

tu nombre,


ya no será

inundada de todas aquellas lágrimas,


lágrimas densas, indetenibles,


lágrimas que penetraron

de tal modo

que mis ojos habían abandonado

su típico brillo;


pues, mi espíritu

se reflejaba en ellos, quebrantado,

desnudo de ilusiones.


¡Había perdido el sentido,

el ímpetu, el amor a mis queridísimas aliadas:

las letras, el amor a la vida!


Larga, muy ardua

fue esta recuperación,


¡esta resurrección!


A diferencia tuya,

me empeño en no olvidarte,


para no repetirte, para no repetirme,


¡demasiada infelicidad

por un poco de pasión,


un vínculo enfermizo,

plagado de heridas!


De todos modos,

te agradezco,


necesitaba padecerte

para valorar cuestiones

que había dejado pasar,

que ignoraba o había abandonado.


Agradezco todas esas "verdades" crueles,

toda esa agresión, todo ese rechazo


-luego de haberte sido, al parecer,

muy útil, durante tanto tiempo-.


Agradezco que no me ames,

que nunca me hayas amado,


que nunca lo hagas;


¡pues todo eso me convierte en una persona

mucho más fuerte, más segura,

eleva mi autoestima!


De tanto intentar

enamorarte, deslumbrarte,

deslizarme dentro de ese pétreo corazón,


me hice trizas.


Pero, insisto,

te lo agradezco.


Hoy me siento capaz

de enfrentarme a lo que sea,


a los cambios, a los problemas,

las pérdidas, las carencias,

las injusticias,


¡al miedo!


¡gracias por tu maltrato,

gracias por fingir que sentías lo que no sentías,

gracias por tomarme como a un juguete,

para luego descartarme, como si tal!


¡hoy me siento mucho mejor

conmigo

y tan aliviada de tremenda carga!


¡gracias infinitas

por sin proponértelo, 


ayudarme a crecer!




lunes, junio 20, 2022

Todo muy oscuro por acá

Descubrí

que mucho pero mucho más angustiante

que extrañarte


-aun sabiendo que no volverías,

que no volverás-,


es haber extinguido

dentro mío,

con o sin mi permiso,


todo tipo de ilusión,

ansias de espera de...


deseos,

proyectos,


¡recuerdos!


todo se desdibuja,

poco a poco:


los besos

guardados en el corazón

durante años,


las palabras,

las más bellas,

las más sentidas,


los abrazos,

las caricias,


aquellas antiguas promesas,


¡hasta los miedos!


nada pasa,

nada circula


por las ancestrales

cicatrices


físicas y psicológicas;


nada


nada sucede.


Tu nombre

se desliza aquí y allá


como el de cualquiera;


ya no tiemblo

al leerlo o escucharlo.


¡Ya no te pienso,

no tengo deseos de volver a intentar

siquiera, dibujar algunas letras


y entrelazarlas, así, como antes,

como siempre!


y con todo ese amor,

¡todo ese amor!


¡¡amor voraz, inmanejable,

que me excedía,


hacía que cada instante

fuera infinitamente exquisito


y eterno!!


hoy

un vacío,


tan pero tan vacío

que asusta,


aunque creo que ni eso me pasa,

ni existe dolor, ni pena,


nada, en absoluto.


Ni en mis sueños,

un mínimo atisbo de tu presencia

o no-presencia,


tu ausencia 

pasa por estas calles, 

por otras,


por estos u otros bares,

rincones


y me resulta

inadvertida:


sin embargo,


todo es muy oscuro

por acá,


al parecer,

tu luz lo invadía todo


y no me daba cuenta

o sí, pero elegía disfrutar

cada letra, cada palabra,


cada momento,

como fuera;


¡adiós, amor de mi vida!


¡adiós!


jamás imaginé

ser yo la que pudiera decírtelo,


¿libertad?


puede ser.


¿Pero qué hacer con esta soledad, incontenible?


¡me abraza, me asfixia,


me mata!

jueves, junio 09, 2022

Sueños, más sueños y ninguna pesadilla

Hubo una vez

un mundo ingenuo,


un mundo de enamoramientos,

pasiones que parecían inextinguibles;


sueños, más sueños


y ninguna pesadilla.


Hubo en un tiempo,

la espera de esa señal,


de ese instante mágico, sublime:

el del primer beso;


pasaron cosas, 

muchas, pletóricas de embelesamiento, entrega,

promesas, alegrías;


otras, no tanto;


quizás, ese final

no tuvo nada de feliz.


(pero eso es otra

historia).


Prefiero recordar

los papelitos que intercambiábamos


en ese pasillo,

junto al bebedero,


para que no se dieran cuenta;


¡cuánta emoción,

cuántos latidos al unísono,


cuánto de nuestra alma,

de nuestro corazón!


¡de nuestro ser!


en esos instantes,


días,

meses, 


no importa

cuántos fueron 

sino cómo.


Mi mente goza

cuando se traslada, por un rato,

a ese ayer


en que no había miedos,

ni cuestiones, ni problemas


que pudieran

contra aquello.


Pues en tremendo estado de éxtasis

casi nada o nada

nos preocupaba


ni a vos,

ni a mí;


jamás imaginamos

que se convertiría


en uno de los mejores capítulos

del libro de nuestra vida.


Para siempre.

martes, junio 07, 2022

Si no lo decimos los que "decimos"

Me enteré de que habían muerto

muchísimas personas;


dijeron 

que no se pudo evitar.


Asumí

que esto era cierto


y no dije nada.


Me quedé, me quedé,

asustado, agazapado,


detrás de la puerta de entrada;


mirando hacia el corredor

por si acaso, para no encontrarme con ningún


"enfermo".


No me enfermé,

no de ese mal,


me hice aplicar cincuenta mil vacunas,


-bueno, muchas menos-.


A decir verdad,

estoy muy enfermo


de miedo,

de rabia,


me habita un horrible sentimiento de ira

en especial, hacia mí mismo;


 yo vi

las cifras

-mentirosas o no-,


sí supe

de tantos casos,

muchos conocidos


muy muy cercanos;

algunos que, quizás,

pudieron haberse evitado,


¡tal vez, pudieron ser muchos menos!


pero ellos mandan,

ellos, en su paraíso particular,

deciden, lo deciden todo


los mismos que cuando te señalan

¡adiós!


sabemos ya del adiós a la tranquilidad,

con montones de delincuentes sueltos,


adiós a la salud, a nuestra supuesta

salud;


nadie menciona, -tampoco yo lo hice-.

a los médicos, extenuados

por trabajar tanto, arriesgando su propia vida


para ganar tan poco


y puta madre!, nunca siquiera

lo asumi!


y lo sabía;


si no lo digo yo,

si no lo decimos


los que decimos


¿quiénes lo harían?


en fin, vi  o supe de injusticias,

mentiras, maltrato,


hipocresía, falsedad,

doble moral


¡y más, tanto más!


yo sabía y desde hacía tiempo

de la proliferación de miserias:


económica, cultural,

humana.


Y, claro, también callé.


Por temor, por desidia;


hasta que llego el día en que me odié por mirar

a través de la mirilla,


por no cruzarme

con algún "contagiado";


¡ellos deberían haberse cuidado

de mí!


de mis fobias,

de mis excesivas precauciones,


¡de mi silencio!

Cristina Del Gaudio

Seguidores