Cuesta decirles,
decirme
que todo estará bien,
que vendrán tiempos mejores,
mucho mejores;
que se acabarán las injusticias,
que los pobres no serán herramienta
de uso,
según conviene, convenga
a algunos;
que los amores,
todos, todos los amores
serán, como mínimo,
platónicos;
que el que ama
será feliz amando,
sin exigir
devoluciones ni promesas;
ojalá
pudiera decirles, decirme
y quiero hacerlo
que el amor en todas sus variantes
será incondicional,
que existirán
esos lazos inquebrantables,
esas personas insustituibles,
¡esos besos, esos abrazos,
esas palmadas en la espalda!
todo eso que tanto necesitamos,
que tan poco o tan pocos
reciben o poseen,
del que muchos descreen,
del que algunos, incluso, se mofan;
¡qué bueno es decirles,
o sería decirles
que volverán los grandes sueños,
los que son factibles de cumplirse!
así resistan también los otros,
-no desmerezco imposibles-;
asegurarles que lo lograrán,
lo que sea que anhelen, tal vez,
desde hace tiempo, años;
que entrará por la puerta
quien esperamos,
que saldrá
por la misma puerta
quien nos daña,
quien no nos suma,
quien solo nos hace llorar,
quien nos manipula, nos humilla;
¡ojalá nadie permita
que ninguno, quien sea, abuse de él o de ella!
¡ojalá si lo hacen,
los que lo hacen sean castigados!
sería maravilloso
que los "te quiero, me importás, ¿cómo estás?"
retornen
pero sean de verdad;
sería maravilloso
que no existieran más las decepciones
o que no se fijaran expectativas
en lo que desde un principio
se percibe oscuro, dañino;
en fin,
que pensemos más en nosotros
que tanto en otros,
que nos aprobemos
para luego, si lo desean,
nos aprueben
o no.
Si no nos queremos,
si no nos impulsamos,
si no confiamos en nosotros
nadie,
ninguno
lo hará.
¡A seguir confiando
pero a no dejarse engañar
con frases bellas,
con presencias efímeras,
con ratos de sobra!
amemos sin parar,
mas sin permitir
que nos extingan.
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