domingo, junio 16, 2024

Una pared sólida...aunque no indestructible

 Llevó

 años, muchos


 asumirlo.


 Entretanto, escuchar o ver:

 "día del padre esto, día del padre aquello,

 día del padre en tal lugar o en aquel otro"...


 Día del padre.


 Sé que en todo eso

 hay mucho 

 de interés, de comercio.


Uno ama a su padre,

esté vivo o no


cada día,

a cada instante,


siempre se cree ver

a alguien parecido,


siempre existe un recuerdo,

una frase graciosa, una advertencia,


un enojo,

un momento de alegría,


un paseo,


una o más salidas

divertidas: al circo, al cine,


a comer pizza, helados,

a la calesita,


adonde sea;


siempre,

si existe la misma casa 


en que él estuvo

hasta el final,


habrá un rincón,

un cuadro,

un par de pantuflas,


alguna otra prenda,

no sé, un reloj, lo que fuera


una, varias herramientas;


un acontecimiento

vinculado a esos, a otros objetos

o lugares.


Esto es algo habitual


en el caso

en que su vivienda sigue siendo la misma,


¡la que él mismo construyó!


mi habitación,

hoy, living o algo así


sigue estando,


¡su galpón!


en fin, su presencia

no deja de envolvernos.


Pero con el tiempo

va doliendo menos


y se va valorando más y más

lo que hizo, el gran hombre que era,


¡el mejor!


la pared sólida,

-aunque no indestructible-,


a la que nos aferramos


un tiempo


que pudo ser mayor,


pero fue ese.


Un tiempo

de muchas vivencias


y de tan pocas.


Hoy sonrío, en lugar de llorar,

porque tuve un papá como pocos

quizás, tuvieron o tienen la suerte de tener.


Porque éramos todo para él

y todo lo dio para que nos sintiéramos 

cada día, a cada instante


más y más contenidos,

cuidados, amados.


¡Gracias a la vida!


¡gracias, papá

por haber sido mi papá

y el de mi hermano!





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Cristina Del Gaudio

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