Llevó
años, muchos
asumirlo.
Entretanto, escuchar o ver:
"día del padre esto, día del padre aquello,
día del padre en tal lugar o en aquel otro"...
Día del padre.
Sé que en todo eso
hay mucho
de interés, de comercio.
Uno ama a su padre,
esté vivo o no
cada día,
a cada instante,
siempre se cree ver
a alguien parecido,
siempre existe un recuerdo,
una frase graciosa, una advertencia,
un enojo,
un momento de alegría,
un paseo,
una o más salidas
divertidas: al circo, al cine,
a comer pizza, helados,
a la calesita,
adonde sea;
siempre,
si existe la misma casa
en que él estuvo
hasta el final,
habrá un rincón,
un cuadro,
un par de pantuflas,
alguna otra prenda,
no sé, un reloj, lo que fuera
una, varias herramientas;
un acontecimiento
vinculado a esos, a otros objetos
o lugares.
Esto es algo habitual
en el caso
en que su vivienda sigue siendo la misma,
¡la que él mismo construyó!
mi habitación,
hoy, living o algo así
sigue estando,
¡su galpón!
en fin, su presencia
no deja de envolvernos.
Pero con el tiempo
va doliendo menos
y se va valorando más y más
lo que hizo, el gran hombre que era,
¡el mejor!
la pared sólida,
-aunque no indestructible-,
a la que nos aferramos
un tiempo
que pudo ser mayor,
pero fue ese.
Un tiempo
de muchas vivencias
y de tan pocas.
Hoy sonrío, en lugar de llorar,
porque tuve un papá como pocos
quizás, tuvieron o tienen la suerte de tener.
Porque éramos todo para él
y todo lo dio para que nos sintiéramos
cada día, a cada instante
más y más contenidos,
cuidados, amados.
¡Gracias a la vida!
¡gracias, papá
por haber sido mi papá
y el de mi hermano!
No hay comentarios:
Publicar un comentario