sábado, julio 27, 2024

La misma ventana, otras personas

 ¡Pasaron

demasiados años!


-¡Chau, Cristina!-:


su saludo

a través de la ventana.


El último.


(Yo estaba a punto de subir al auto

de regreso a la costa, donde vivía en ese tiempo).


No éramos

de la misma sangre...


¿acaso importa?


¿qué es eso de parientes "políticos"?


fue una gran compañera,

fue mi tía, lo será por siempre.


¡Reíamos, uhhh, muchísimo!


¡nos confiábamos tantas cosas!


nunca voy a olvidarla.


Ni a dejar de escribir

estos, otros pequeños versos


que apenas delinean, delinearán

su grandeza, su generosidad,

su paciencia, su comprensión,


¡sus padecimientos!


su casa todavía existe,

casi igual,


la habitaron seres extraños

que fueron y vinieron


a lo largo de los años;


el corazón se me encogía

apenas asomaba alguno de ellos;


secretamente,


deseaba

que ella apareciera


junto a la puerta de entrada,

en su patio, regando las plantas,


o simplemente, 

que volviera a asomarse

a la ventana,


para saludarme

una vez más, agitando su mano.


Espero


esté donde esté su alma,


sepa lo que nunca le dije

-ni le diré-:


¡cuánto la quería, la quiero!


¡cuánto la extraño!

jueves, julio 25, 2024

Felicidad tácita

 No se tenía en cuenta

 tooooodo el tiempo

 

 lo que se tenía,

 lo que se deseaba,

 -no por eso, carecíamos de deseos-;


deseos


sin desesperación,

sin urgencias,


sin reclamos,

sin comparaciones

ni competencias;


con la idea

de que algún día o no...


(no era trascendente).


Éramos felices

con poco, algo, nada;


éramos felices

porque no nos ocupábamos

en pensar en ello;


era natural,

¡éramos naturales!


la calle 

no era un mundo incierto,

peligroso;


la calle, las veredas,

¡los potreros!


eran nuestro universo.


Miles de situaciones

ingeniosas


surgían, de no sé dónde,

de la nada,


de nuestra imaginación,

-aunque no lo sabíamos-;


no había preguntas incesantes,

no había temores recurrentes;


el otro, quien fuera

era uno


pues estábamos todos juntos,

así estuviéramos alejados;


ese otro tiempo

lo sabemos, no regresará;


el afán de poseer

¡y mostrar!


se apoderó

por completo del hombre;


no existe,

aunque se lo mencione(¿?)


el que sufre;


solo se finge

cierta conmiseración.


No existe


quien no posee

esto, un poco más

y más;


no existe


la empatía

-o solo en muy pocos casos-;


el amor, la ternura, la emoción,

¡la alegría!


el estar con alguien bien,

tranquilo,


solo por estar


compartiendo lo mínimo,

lo que fuera:


un helado,

una tarde de sol o de viento,


una corrida

tras una tormenta;


¡una carrera

hacia cualquier parte!


todo contaba

y nada contaba.


Todo era valioso,

así no fuéramos conscientes de ello;


cada día:

una idea, un juego,

una persona o más


¡o las mismas!


cada día:


una sonrisa,

un abrazo,


un tácito:

"estoy con vos",


-no importa por qué, ni en qué sitio

ni cómo- pero...


"¡vamos!"



lunes, julio 22, 2024

Para imitar

 Verde,

  ya se te ve verde


 casi casi

 como en los más cálidos días de verano;


 verde auspiciante

 de nuevas flores,


 nuevos obsequios,

 absolutamente incondicionales.


 Hay que tener paciencia.


Ella la tiene.


Esas hojas verdes

pueden ser objetivo de algún próximo viento


y desaparecer.


Pero siempre reaparecen,

con distintos atuendos.


Siempre.


Deberíamos imitar

-al menos yo-, 


a la enredadera,

a todas las plantas, a los árboles;


solo dan, nada reciben

o sí pero no dan importancia

ni a las miradas, ni a la indiferencia,


a nada;


solo cumplen su ciclo,

se adaptan, increíblemente,

a los tantos cambios climáticos


¡y siempre nos sorprenden!


flores, hojas verdes en invierno,

follaje amarillento en primavera,

según los efectos ambientales;


nada es como antes

ni lo será,


nos dice

su majestuoso silencio.


Así

solo estén


como sea que luzcan,


expandiéndonos


-sin reclamos-


el alma.


miércoles, julio 17, 2024

El niño, el juguete, las estrellas

 El niño corría asustado. El hambre, saciado únicamente con algunas naranjas y limones que caían de los árboles. 

 El niño había corrido hasta allí y se veían personas, a lo lejos, -ni siquiera imaginaba que estaban por él-. Que lo estaban buscando desde hacía días.

Cuando se cansaba, dormía un rato, recostado en el borde de un pequeño charco y antes de cerrar los ojos, se arrodillaba sobre la tierra y le rezaba a las estrellas. Les pedía que le dijeran a diosito que su mamá o su papá lo encontraran.

A veces se sentía mal, le dolía la cabeza, todo el cuerpo. Le costaba  muchísimo incorporarse.

-¿Por qué no vienen a buscarme?- se preguntaba. En su mente de niño pequeño fantaseaba con que habían ido a la ciudad a comprarle ese juguete que le habían prometido. -Por ahí, hay mucha gente y están esperando, ¿Pero cuánto hace que estoy acá? ¡Odio las naranjas y los limones! extraño las comidas de mi mamá.-pensaba. Y lloraba. Mucho.

Hasta que lo vio: -Un militar, ¡un militar! ¡que miedo! ¿y si me mete preso?-

Entonces retomó la carrera, aun con las pocas fuerzas que le quedaban...se alejó tanto que llegó hasta un páramo. Ni naranjas ni limones ni agua ni militares. Nada.

Se hizo de noche y se detuvo para rogar a las estrellas que le pidieran a diosito que alguien -pero no un militar-lo encontrara. 

De tan extenuado, hambriento, sediento, cayó dormido.

Solo. En medio de la oscuridad más absoluta.


...............................................................................................................................................................


Transcurrieron meses, largos meses hasta que alguien que pasaba por ese sitio lo halló. Estuvo a punto de desvanecerse al ser testigo del más terrorífico escenario: apenas, los restos del pequeño que soñaba con un juguete y le rezaba a las estrellas. Noche tras noche.




martes, julio 16, 2024

El punto principal

 En ocasiones,

 nos esforzamos, en vano,


 en explicar, a quien sea,

 lo que nos está pasando

 o nos haya pasado;


 nadie, nunca,

 podrá entenderlo


 pues no estuvo o no está

 en nuestro lugar


 y toda situación

 se contempla desde la óptica

 de cada uno


 y somos diferentes;


así cualquiera haya vivido

algo que se asemeje: una pérdida, un abandono,

un maltrato de la índole que haya sido o que sea,


problemas de la índole que hayan sido

o que sean,


nunca los vive ni los vivió,

¡ni los vivirá!


como lo vive uno;


para algunos,

determinado conflicto

les parecerá, les parece una tontería


¡y para otros,

el mismo o un conflicto similar

le resultará, le resulta catástrofico, insalvable!


esto sucede


por las diferencias

que tenemos, más allá de razas, religiones

ideas políticas.


Me refiero

a las diferencias de criterio,

provenientes de la crianza, las influencias,


los contactos

que hayamos tenido,


los sitios

en que estuvimos,


etc.etc.etc.


El ámbito en que alguien se crió,

en que estudió, en que se enamoró,


las ocupaciones, los empleos,

las amistades,


el nivel socio-económico-cultural;


¡hay tantos factores

que inciden en la diversidad de las ópticas,

de los pensamientos, de los juicios sobre los hechos!


Y retomamos el punto principal:


uno mismo.


Si uno ve o vive una dificultad,

un logro, un fracaso (o lo considera así),

un amor no correspondido,


en fin, un conflicto

del tipo que sea


del modo en que sea,


eso es lo importante.


Buscar la aprobación,

el aplauso, el empuje,

las "lecciones" que se empeñan, algunos,

en brindarnos,


solo nos irrita, no nos ayuda en nada,

ni siquiera en la catarsis que implica

el relato de la cuestión;


confiemos en nuestros criterios,

démonos nuestras propias lecciones de vida,


apoyémonos,

permitámonos decaer, malhumorarnos,

¡llorar! padecer o alegrarnos en exceso;


¡permitámonos vivir

según nuestras propias reglas,


nuestros deseos, nuestros sueños,

nuestra forma de ser, de actuar, de elegir!


Querrámonos, aceptémonos,

tal como somos.


No es tan complicado...¿o si?

Desde que era "así" de pequeña

 Personas


 que siempre estuvieron,


 con quienes te encontrás

 y saben de vos, de antes,

 ¡de tantas cosas!


 sin embargo,

 se planea un encuentro

 y nunca se produce;


 personas


que te reconcilian con la que eras,

la que siempre fuiste


y quizás, a veces,

te olvides -o te  hayas olvidado-;


personas


en las que sabés

podés contar, siempre,


las que son de confianza

¡de verdad!,


-y no es lo que abunda-;


de pronto,

el sol de la infancia, de la adolescencia


parece brillar

en reemplazo del sol 

de las preocupaciones,


de los años vividos,


de los momentos

de melancolía, de miedo,

de tristeza;


las hay:


urge saber reconocerlas,

valorarlas,


poder trasladarlas,

como ahora, como en este, 

en tantos escritos,


es el premio,


es el agradecimiento,


por estar siempre,

por haber estado


¡y no haberlas reconocido

como merecían!


¡Gracias enormes,

vecinos y amigos


desde que era "así"! de pequeña (imaginen el tamaño...)!

jueves, julio 11, 2024

Retirada

 Probó de todas las maneras

 que se le ocurrieron:


intentó ser amable,

cariñoso, atento,


se preocupaba, realmente,

por sus problemas;


leía, de verdad,

todo cuanto le contaba,


le creía;


la  había amado

un tiempo atrás.


Años después, sentía por ella

algo especial,


diferente a lo que podía experimentar

con respecto a cualquier otra persona;


pero nada

le tocó el corazón


a esta mujer

que con los años, se había vuelto

temerosa, desconfiada,


¡insensible, desapasionada!


él nunca se dio por vencido.


Ella se había dado por vencida

hacía rato, -no recordaba en qué momento sucedió-,


¿Él, en verdad, la engañaba, se engañaba,

cuando le decía que aún sentía amor por ella?


¿era solo para comprobar si reaccionaba,

si su corazón aún latía, si su espíritu se mantenía erguido?


¿era solo por eso? o...


Un día, ella dejó de responderle.


De escribirle, de hablarle,

de contactarse


por completo.


¿Se había asustado?


Tal vez.


El siguió y siguió escribiéndole,

enviándole canciones, poemas,

comentarios, lo que fuera.


Ella se había retirado.


Ya no recordaba

 lo que significaba sentir lo que fuera,


ya no recordaba

lo que es una lágrima,

un latido, una sensación.


¡Ella había huido!


del amor, de la amistad,

de los recuerdos...


¿de la vida?


 

sábado, julio 06, 2024

Leer a la distancia

 Es curioso:

 de pronto, leer

 a alguien que uno conoció,


 con quien tuvo una hermosa

 y tal vez, inolvidable, relación


y saber -o creer que se sabe- el por qué de sus opiniones,

de sus cambios de idea,

de lo que fuera;


es decir,


a la distancia,

-sin tener el menor contacto durante largo tiempo-;


de pronto, entender

cuestiones que no se entendieron

o se pasaron por alto 


cuando se dio esa relación amistosa, de pareja,

colegas, la que fuera;


al parecer, así funcionamos

o me pasa a mí o también a otros;


el tema algo incomprensible

-aunque inevitable-,

es seguir sintiendo eso especial,


seguir recordando antiguas vivencias

como si se produjeran en el momento actual,

ahora mismo;


por supuesto, la vida de esa persona ya no es igual

solo similar,


-también la de uno-,


sin embargo,

en mi caso, sucede:


puedo leer sus penas,

sus alegrías, sus proyectos,


el por qué de sus decisiones,


captar su estado anímico,


según lo que escribe;


pues es toda

la información que poseo; 


a veces,

pienso en el intento de retomar

esos vínculos,


sobre todo,

cuando no acabaron mal,


cuando no hubo peleas,

ni siquiera, conflictos;


por alguna razón

que desconozco


no lo hago.


¿Les sucede algo similar?


podría leerles a algunos

que sí les pasa,


aunque estén más o menos lejos,


aunque no estemos conectados,

no nos conozcamos,


ni lleguemos a conocernos jamás.

 

lunes, julio 01, 2024

¿Será?

 ¿Será

 esa pareja de enamorados

 que caminan al unísono?

 

¿Será

esa hoja seca, descolorida,

rozándome el abrigo,


cual souvenir póstumo

del acogedor otoño?


¿Será

ese joven

que sin motivo, me devuelve la sonrisa


y me retorna a aquella, 

tan tuya,

tan incomparablemente tuya?


¿Será

este frío 

que penetra hasta en los huesos

pero no puede con el calor del corazón?


¿Será

el temor

a no hallar nunca más

el incentivo,


los reclamos del alma,

dormida, despierta,


día tras día,

otrora acallados por tu presencia-ausencia?


¿Será

que no encuentro en mí

lo que encontraba,


que algo me indica,

me impulsa


¡me empuja!


a un cambio,

a una salida de lo trillado,


un escape

de la asfixiante cotideaneidad?


en fin,


¿será el extrañarte

o el extrañarme?


¿será el recuerdo,

simplemente,


o el deseo 

de que vuelvas,

de que volvamos,


de que avivemos las brasas

que nunca debimos dejar extinguir?


no sé.


Es todo

y es nada.


Tampoco estoy segura

si esta sensación, este nudo opresor


se limitarán

a unas horas, todo este día,

semanas,


¡años!.


Quizás,


provienen de hace mucho tiempo 

y los invisibilicé


hasta que no pudo, no pude más


¡y ahora estallan,

imposibles de disimular!,


¡inútil fingir

que todo sigue igual!


(hacer de cuenta de que todo está

en "orden").


Cristina Del Gaudio

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