Probó de todas las maneras
que se le ocurrieron:
intentó ser amable,
cariñoso, atento,
se preocupaba, realmente,
por sus problemas;
leía, de verdad,
todo cuanto le contaba,
le creía;
la había amado
un tiempo atrás.
Años después, sentía por ella
algo especial,
diferente a lo que podía experimentar
con respecto a cualquier otra persona;
pero nada
le tocó el corazón
a esta mujer
que con los años, se había vuelto
temerosa, desconfiada,
¡insensible, desapasionada!
él nunca se dio por vencido.
Ella se había dado por vencida
hacía rato, -no recordaba en qué momento sucedió-,
¿Él, en verdad, la engañaba, se engañaba,
cuando le decía que aún sentía amor por ella?
¿era solo para comprobar si reaccionaba,
si su corazón aún latía, si su espíritu se mantenía erguido?
¿era solo por eso? o...
Un día, ella dejó de responderle.
De escribirle, de hablarle,
de contactarse
por completo.
¿Se había asustado?
Tal vez.
El siguió y siguió escribiéndole,
enviándole canciones, poemas,
comentarios, lo que fuera.
Ella se había retirado.
Ya no recordaba
lo que significaba sentir lo que fuera,
ya no recordaba
lo que es una lágrima,
un latido, una sensación.
¡Ella había huido!
del amor, de la amistad,
de los recuerdos...
¿de la vida?
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