No sé por qué
insisto en un perdón
que jamás llegará;
insisto
en un mínimo saludo,
en alguna palabra,
frase, lo que fuera;
no sé por qué;
no busco dañarte,
ni alterar tu ritmo de vida;
renuncié hace rato
a la posibilidad de...
solo en nombre
de todo aquello, de tanto,
de mucho,
una lectura,
un indicio,
lo que fuera;
no sé por qué
si por ese pasado
que fue tan especial,
tan diferente;
o por esa otra oportunidad
que también fue tan especial,
tan diferente;
o por ese diálogo a la distancia,
más reciente
que terminó pésimo.
¡Admito mi culpa,
admito mis acciones!
de las que me arrepiento,
una, otra vez;
solo quise enviarte un feliz cumpleaños,
pues, pese a lo que sea,
aún te recuerdo
e intento
colmarme de los momentos buenos
que fueron inolvidables,
-así pretenda, en ocasiones,
olvidarlos-;
no sé por tu parte
qué hiciste con ellos;
probablemente,
los sepultaste,
los ocultaste en un sitio
tan pero tan inaccesible
hasta para vos mismo,
hasta para tu alma
que al parecer,
-quizás, sea mejor así-
perdió la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario