Desfilan, desfilan...
¡pobre nuestra tan agobiada cabeza!
traiciones, mentiras,
decepciones,
pérdidas,
injusticias;
desfilan
-parece que no pudieran detenerse-.
Es difícil
cortar esa cadena nefasta,
¡empezar de nuevo!
reimpulsar nuestros hábitos,
volver a nuestros espacios,
empezar de cero
como si hoy, ahora, en este instante
todo comenzara.
¡Un nuevo nacimiento!
una nueva posibilidad
de mejorar algunas de nuestras antiguas elecciones,
conservar, si no dañaron, si no dañan
algunas,
descartar, sin pensarlo ni medio segundo
a las demás;
¡sumar a nuestro favor!
leer, escuchar,
no dejar de incluirse
en la realidad,
pero sin que ello
perturbe nuestro paraíso interior,
el que durante un tiempo
o alternativamente
sostuvimos
e insistimos tanto, tanto
¡en no renunciar a ese tesoro
por ningún motivo!
sin mantenernos al margen
de todo, en una burbuja
es imprescindible
protegernos,
no permitir que nos contamine
toda esa basura
que tantos están empeñados
en arrojarnos;
esa energía absolutamente negativa
que empaña
nuestras pequeñas casitas,
con esas mínimas pero tan valiosas
felicidades
que nos son propias,
que siempre nos fueron propias,
que nunca ni siquiera pensamos
ni deberíamos pensar
en olvidarlas,
en abandonarlas,
por nada, ¡por nadie!
sea cual fuera
la maniobra maquiavélica
en pos de contaminarnos,
al punto de convencernos
de lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario