jueves, junio 25, 2020

Era, en sí mismo, la libertad

Perdió la pasión,
perdió esa fuerza,
esa presencia

que paralizaba,
lo detenía todo,

capturaba mentes,
espíritus,

embriagaba,
inspiraba sueños,

recuperaba,
hasta renovaba

los considerados perdidos;

era, en sí mismo,
la libertad,

el despojo absoluto
de todo prejuicio,

de todo límite.

La vida.

la vida,
eso era.

La vida.

Hoy arrastra sus letras
que ya no dicen
ni silencian;

sus labios se desdibujan,
se agrietan, 

el sudor denota
un gran esfuerzo,

-no ya aquellas irresistibles ansias-;

¿sabe que no es lo mismo,
que no es el mismo,

que no se oye igual,
que no se palpita igual,

sabe que no llega,

no alcanza,

no colma,

no desborda,

no inquieta,

no perturba,

no inspira sueños
ni ilusiones?

Lo sabe.

Pero tiene que seguir.

¿No es su vocación,
no lo fue siempre, acaso?

Da pena
ese vano intento de ser aquel

que no volverá a ser;

muy pocos son los que aplauden

al otro, su ídolo,
al que adoraron,

por el que hubieran entregado
el cuerpo, el alma

y más.

Tal vez, no se de cuenta.

La magia huyó de su garganta,
de su decir,

de sus movimientos, 
de su porte,

de eso especial
que nadie pudo ni podrá explicar.

¡Lástima!

eso, lo que fuera,
lo particularizaba,

alejaba a sus seguidores

del fastidioso transcurrir
de la existencia,

por un rato.


martes, junio 23, 2020

La no previsión del ayer (pero sin vos)

Caminando
por el sendero de tus ojos,

aquí estoy de nuevo,
donde vuelvo a respirar tu respiración;

sucumbo, -no puedo evitarlo-,
ante tamaño poder hipnotizador;

es el ayer,
es la inconsciencia del ayer,

es la no previsión del ayer
-más o menos
como la de hoy-

pero sin vos.

La misma esquina
donde el mismo terreno
arroja ramas hoy secas,
con alguna que otra hoja amarillenta;

sin embargo,
no es la misma.

¡No puedo creer
que no la recuerdes!

Ni siquiera, a ese beso,
el primero, 

¡aún puedo sentirlo,
aún late mi corazón
cuando regreso a ese momento!

En tanto,
las enmarañadas, desprolijas extensiones
de esa manifestación natural

siguen invadiéndolo todo,
apenas, se puede atravesar esa vereda

y si bien se prolongan
hasta paredes ajenas,

a nadie parece ocuparle
ni preocuparle;

nadie reclamó ese sitio,
nadie lo ocupó ni ocupa.

Cada vez que paso
me arroja aquella fragancia verde brillante, única,

la belleza simple
de las pequeñas flores blancas sobre el césped,
flores de las cuales se desconoce su proveniencia;

quizás,

persista ese halo,
el del fogoso abrazo,

¡tan jóvenes,
al amparo de tremenda exuberancia!

¿toda aquella energía,
ese calor o sus ínfimas brasas

serán los que impiden
su desaparición?

¿habrán vuelto al paisaje
invisible?

tal vez,
su antigua magnificencia
habite otra dimensión temporal

en la que solo es visible, tangible,
para mí

¿lo será para alguien más?



Reconciliarse con la existencia

En un universo
apartado

intento
continuar con aquello;

lo que siempre me impulsó,
lo que me dio sentido,
ganas, 

lo que no permite
que mis ilusiones se extingan;

me pregunto
qué pasaría
si varios,

todos

también lo lograran,
siquiera, por un momento:

ver flores en las más poderosas tormentas,
ver árboles sacudiéndose al límite
pero no derribándose

jamás, sucumbiendo.

Saber, tener la certeza
de que volverán a ser los mismos;

quizás, ¿por qué no?
¡aun mejores!

re-emparentados,
reconciliados 
con la existencia

en todas sus implicancias;

no es un acto egoísta
esto de retrotraerse,
introducirse por un tiempo
en el recoveco secreto;

no significa ceguera,
ni sordera,

mucho menos,
insensibilidad;

solo -y es tanto-
un encuentro
con el ser verdadero,

abrazados,
comprendiéndose,

brindándose apoyo,
recordándose quién se es,
qué, a quién se quiso siempre,

cuáles fueron -y podrían regresar-
aquellos sueños;

¡un tiempo valiosísimo!

de oscuridades y centellas,
de miedos muy muy oscuros;

también, de auto-contención,
de re-adaptación;

nadie puede ver mi refugio,
tampoco, el de quien sea;

sin embargo,
es visible, palpable
para quien sabe hurgar dentro de sí,

descubrirlo;

un escondite fugaz,
a sabiendas.

¿Un escape?
tal vez.

Una forma,
un modo,
una elección

en pos de reincorporarse,
cuando se esté listo,
a esta pseudo-vida

más tolerantes,
más fuertes,
más crecidos,

menos angustiados.

Por uno,
por ellos,

por los que nos seguirán.


viernes, junio 12, 2020

El tiempo que me quede

No puedo explicarte,

¿cómo describir
con meros signos

enmarañados,
aletargados

que van debilitándose,
perdiendo creatividad,
motivo, alcance?

después de tantos años,
de tanta espera
vana;

de tanto repetir, insistir,
de tanto no entenderme

ni vos,
ni yo.

una sensación
¿cómo decirlo?

de puertas cerradas,
de todas las llaves extraviadas

vaya a saber dónde;

luego de haberlo agotado todo
y más, más todavía;

¡de haberte
rogado!

No importa.

El mundo se desploma,
mis expectativas se desploman,

¿lo que vendrá?:
incertidumbre, incertidumbre
más incertidumbre;

¿y si realmente
no vuelvo a saber nada de vos
nunca más?

tengo miedo.

¿Miedo a olvidarte?
jamás.

Sí un miedo, un profundo miedo
a cerrar
definitivamente,
los ojos,

al despedirme de esta vida
con muchas de cal 
y muchas de arena

-transformada, de pronto,
en este simulacro-,

sin oírte más,
ni leerte, ni percibirte;

así, las distancias
sean cada vez más enormes,

así, 
sea imposible, totalmente imposible

vernos, tocarnos, abrazarnos,
vibrar con cada latido 
de nuestros corazones,

rozarnos, olernos,
saborearnos;

así,
nada pueda suceder
de aquello

cada vez
más alejado del hoy;

antes de terminar
con todo,

antes 
de que mi pequeño pino
sea regado quién sabe por quién;

antes
de que suceda
lo tan temido

bastaría

una señal,
un indicio,

aliento transformador
para mi alma, muerta de sed.

Apenas, algún sonido, palabra, frase,
lo que fuera

para poder continuar.

(El tiempo
que me quede).

miércoles, junio 10, 2020

Estallido

Cuando uno hace
lo que ama

no hay excusas,
no hay necesidad de excusas,

no hay cansancio,
no hay hartazgo;

solo es ponerlo todo,
poner el cuerpo, la sangre,
el espíritu, las ansias

¡poner la vida entera!

sin pensar en el luego,
en el más tarde;

nadie presiona,
nada presiona,

es uno y su actividad,
profesión, afición
amados.

Eso es todo.

No hay nada misterioso,
no existen fórmulas.

Solo se hace
porque es lo que estamos destinados
a hacer,

lo que hace que seamos
quienes somos,

los que nos da placer
y también a los otros,

lo que nos aleja
del tedio,
de lo repetitivo de cada día;

lo que nos ensordece
ante el entorno,

lo que nos envuelve
en una burbuja impenetrable;

el reloj
se detiene
cuando somos felices,

cuando en mi caso, los dedos se agilizan,
cuando las ideas
llegan, indetenibles,

¡arrasan con los pensamientos,
invaden la imaginación
por completo!

cuando estoy así,
en un momento tipo el de ahora,

soy yo

más que en otros momentos.

Y me gusta lo que soy,
lo que hago, mi motivo,

mi decir, mi contar, mi mostrar.

Cuando estoy
entre pantallas, teclas,

o simplemente,
servilletas, blocks, lapiceras

es cuando se revela
y se rebela

mi ser.

Entonces
me entrego,

me derramo,

estallo.


martes, junio 09, 2020

Uno puede, podría

En una tarde cualquiera
uno puede, podría encontrarse

con quien menos esperaba,
con quien dejó de lado, 

a quien no dio demasiada importancia;

al que tan poco escuchó,
al que apenas, prestó atención;

en una tarde cualquiera

uno puede, podría hallarse,
uno puede, podría perdonarse,
uno puede, podría entenderse.

Y si siente miedo,
angustia, ansiedad,

uno mismo puede, podría abrazarse,
contenerse,

¡darse ánimo,
dejarse caer

y luego
levantarse! 

preguntarse por qué
se siente de un modo u otro,

se justifique o no.

Es uno, antes que nadie
quien puede, podría,
debe, debería aceptarse:

aun, triste,
aun, inseguro,
aun, al imaginar cosas horribles,

¡aun, al enamorarse de alguien totalmente imposible!

¡uno puede, podría permitirse
el vuelo libre, despojado de prejuicios
de sus pensamientos, de sus sensaciones!

uno puede, podría sentirse seguro
con su propia compañía.

Reírse de sus errores,
de sus torpezas, de sus olvidos,

¡reírse con, sin motivo!

Es muy probable 
de que nada sería igual

si se produjera tan increíble encuentro

en una tarde

cualquiera.


domingo, junio 07, 2020

Hay días

Dicen

que los domingos de niebla
y llovizna

son tristes.

Dicen

que los días de sol
hacen que todo se vea diferente

¿diferente?
¿a qué?
¿por qué?

si mi alma
se aquieta,

si mi luz interior,
-algo apagada últimamente-

se enciende,
me enciende,

me incentiva,
despierta, armoniza;

si retorna
esa inclinación inexplicable,
maravillosa

a este arte
del decir, 

señalar, mostrar, contar,

¿por qué no
también, desahogarse
ante las penas,
el miedo?

si todo eso
si mucho más que eso

me ocurre

¡para mí
es un día hermoso!

no necesito la luz del sol,
ni que la niebla, la llovizna,
desaparezcan.

Por el contrario,

mi imaginación
puede ver, puede entender,
puede crear

a través de ellas

-no si ese apabullante silencio
deriva en lúgubre melancolía
y me somete-;

hay días, en fin,

de soles neblinosos
y viceversa.

Hay días.

El ánimo, las ideas,
los pensamientos reiniciadores,
la subyugante creatividad,

las ganas de todo y más

no se rigen,
en cuanto a mí concierne,

por el día de semana que sea,

ni por pre-establecidos estados climáticos.

sábado, junio 06, 2020

El después

En tus ojos,

en el destello especialísimo
de tus ojos

sé bien
que podría hallarlo:

el sosiego,
el descanso a tanto cansancio,

el incentivo,
el propósito,

¡el amor!

Si pudiera verte
ahora,

si pudiera detener
por un rato,

tus pensamientos,
tus reservas,
tus temores,
tus explicaciones,

alinear nuestras miradas
hacia un único horizonte,

podría seguir,
podría resistirlo todo,

me reiría de la enfermedad,
de la muerte,

nada importaría más
que aquello, lo nuestro,
lo de antes, lo de después de antes,

¿lo de ahora?

apenas, unos segundos
sin decirnos nada,
solo viéndonos, de verdad;

un abrazo,
un abrazo de los que duran poco
¡pero engendran tremendo recuerdo!

solo eso
bastaría;

entonces

este pesar insoportable,
esta niebla que impide ver
-más allá de lo climático-,

se disiparía

el horror 
quedaría en pausa por un rato:

las precauciones,
las reglas, 
las cifras

¡esas cifras
que son personas!

¿lo saben?
¡son personas!

desaparecerían
de mi cabeza;

por, para siempre,
tuya.

mis oídos, gozando de tus palabras,
dijeras lo que dijeras,

mis labios, su sabor,
todos, absolutamente todos
mis sentidos

en tus manos,
en tu piel,
en el respirar de tu respiración,

¡volver a oír tu voz!
capaz de encenderlo todo;

si me dieras un poco
de tanto,

ahora, en un rato,
mañana,

cuando fuera,

si supiera que en el después,
incierto, amenazante,

tu cuerpo, tu alma,
tu espíritu

me estarían
aguardando.

Si algo de todo esto
que mi imaginación,
mis pensamientos, inmersos en el inquietante,
-por nadie respondido-, ¿hasta cuándo?

si algo
de todo esto
sucediera,

el temor no sería tan temeroso,
la ansiedad, no tan ansiosa,
la tristeza, mucho menos triste

y la soledad

¡la soledad!

mucho menos sola.



Bocanadas de anhelos inútiles

Lástima que no alcance
con algunos pequeños recuerdos:

de tan débiles,
fueron desdibujándose
sin que nos diéramos cuenta;

lástima

que no pueda estrujarse el corazón,
en pos de incitarlo a experimentar algo,
cierto sentimiento,

unido a una siquiera, endeble,
pasión;

¡que no pueda amarse,
con la piel, con la cabeza, con el alma
a quien nos ama, nos desea, de verdad!

¡tantas veces
ocurre!

y en lugar de ello,

seguir suspirando
bocanadas de anhelos inútiles,
de ilusiones extintas hace rato;

en tanto,
ríos de lágrimas

ya ni intentan
asomarse,

ya no hallan
más que vacío,
soledad.

La resignación,
la necesidad, imperiosa, de olvido

se impone, -aunque no siempre-

a todo aquello
que era tanto,

que hasta parecía
eterno

y sin embargo...

lamento,
lamento mucho

no poder tener esas mismas ganas,
no poder, siquiera, imaginarlas,
ni soñarlas,

¡inmovilizarme ante la mera posibilidad
de poner en palabras
un amor que no existe en mí!

¡no existe!

claro que lo intento,

pero hasta mi voz se niega,
¿qué puedo hacer, entonces?

¿sigo dejando que lo creas?

¿me convierto en alguien
similar a aquel que me hizo tanto daño?

no puedo fingir
más,

no alcanza con la compañía,
con la amistad,
o supuesta amistad,

con alguna que otra
demostración, 
ciertos gestos

para no reconocer,
para no decírtelo,
para que no te duela

para que no me duela.

Lo siento.

No puedo amarte.

Mi corazón
sigue colmado
de todo lo que aquel,
luego de haberme elevado
al paraíso,

me quitó;

el mismo que a pesar de su tan obvio desinterés,
sigue vibrando,
sigue estando:

me despabila,
me inquieta,

noche tras noche

día tras día.

jueves, junio 04, 2020

Muerta de miedo

Les escribo
desde acá.

Ni idea 
de dónde estoy.

No veo a mi gente,
no la veo,

no la veré.

Es probable
que nunca más.

Hay personas, muchas, de todo tipo,
hay personas que también sufren;

¿cómo hacen
para que no se les note tanto?

algunos se me acercan.

Como no los miro,
ni les hablo

se alejan
sin intentar nada.

El silencio
es casi absoluto,

apenas, interrumpido
por el ruido de los cacharros
en que nos traen el alimento

y algún murmullo
entre algunos de los presentes
o ausentes.

No se si entienden
de qué se trata esto.

Ojalá que no.
-por ellos, claro-.

Solo esperan.

Saben esperar.

Yo nunca supe esperar.

Y ahora...

Cárcel de lujo,
cárcel..al fin.

No puedo comer,
el estómago tieso, clausurado,

negado a digerir
lo que fuera.

De todos modos,
nadie va a insistirme.

Quizás muera.

Pero no de esta enfermedad.

¿De hambre?
¿de frío?

¿de amor
como, ilusa,
imaginé tantas veces?

no.

De miedo.

miércoles, junio 03, 2020

Un día lo entenderán

Ellos creen
que lo pueden todo

pues, se creen eternos,

pues, ingenuos,
increíblemente, ingenuos

no entendieron nada
acerca de lo efímero de la existencia,

-también la de ellos-,

de su afán de dominio,
de su ínfimo, oscuro
reducto;

sí, me refiero a esos mismos,
los que sugieren, imparten
decisiones, mandatos
con los que creen someter

a tantos,

todo el tiempo
y de todas las maneras
que se les ocurran.

Un día lo entenderán,

nadie escapa
a ese instante,
 
pues, basta un solo instante

para caer en cuenta

de que no somos más
que ese pequeño pino,
que esa flor que crece de la nada,

que la hormiga que carga esa hoja
que la supera en tamaño,

¡que aquel mosquito
portador de uno o varios virus
con mucho más poder aniquilador,
muchísimo más!

que esa brizna de polvo
que se cuela por los intersticios
de la puerta, de la ventana;

que ese rayo de sol,
imprescindible,
que atraviesa campos, bosques,
ciudades;

ellos no son imprescindibles,

si bien sus posesiones, sus logros
a costa de los que sea, de lo que sea,

sí les resultan imprescindibles,
los poseen

los enceguecen;

pero a no preocuparse,

ellos se darán cuenta
aunque, claro, no lo aceptarán,

mucho menos,
lo admitirán;

y volverán a intentarlo, una vez más,
y otra y otra

hasta que no puedan 
ni consigo mismos,

hasta que les corroa por dentro,
que les explote en la cara, en el cuerpo,

su maldito egoísmo, su negligencia,
su absoluto desinterés
por los que dicen querer cuidar;

instalados en su patética
idea de "la gran gloria"

se envanecen,
se auto-enarbolan

se vacían;

finalmente,
mutan en tristes imágenes "ejemplares",

manoseadas hasta el no cansancio;

o tal vez, en el nombre
de alguna calle

pobre, olvidada,

perdida.




Cristina Del Gaudio

Seguidores