en el destello especialísimo
de tus ojos
sé bien
que podría hallarlo:
el sosiego,
el descanso a tanto cansancio,
el incentivo,
el propósito,
¡el amor!
Si pudiera verte
ahora,
si pudiera detener
por un rato,
tus pensamientos,
tus reservas,
tus temores,
tus explicaciones,
alinear nuestras miradas
hacia un único horizonte,
podría seguir,
podría resistirlo todo,
me reiría de la enfermedad,
de la muerte,
nada importaría más
que aquello, lo nuestro,
lo de antes, lo de después de antes,
¿lo de ahora?
apenas, unos segundos
sin decirnos nada,
solo viéndonos, de verdad;
un abrazo,
un abrazo de los que duran poco
¡pero engendran tremendo recuerdo!
solo eso
bastaría;
entonces
este pesar insoportable,
esta niebla que impide ver
-más allá de lo climático-,
se disiparía
el horror
quedaría en pausa por un rato:
las precauciones,
las reglas,
las cifras
¡esas cifras
que son personas!
¿lo saben?
¡son personas!
desaparecerían
de mi cabeza;
por, para siempre,
tuya.
mis oídos, gozando de tus palabras,
dijeras lo que dijeras,
mis labios, su sabor,
todos, absolutamente todos
mis sentidos
en tus manos,
en tu piel,
en el respirar de tu respiración,
¡volver a oír tu voz!
capaz de encenderlo todo;
si me dieras un poco
de tanto,
ahora, en un rato,
mañana,
cuando fuera,
si supiera que en el después,
incierto, amenazante,
tu cuerpo, tu alma,
tu espíritu
me estarían
aguardando.
Si algo de todo esto
que mi imaginación,
mis pensamientos, inmersos en el inquietante,
-por nadie respondido-, ¿hasta cuándo?
si algo
de todo esto
sucediera,
el temor no sería tan temeroso,
la ansiedad, no tan ansiosa,
la tristeza, mucho menos triste
y la soledad
¡la soledad!
mucho menos sola.
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