con algunos pequeños recuerdos:
de tan débiles,
fueron desdibujándose
sin que nos diéramos cuenta;
lástima
que no pueda estrujarse el corazón,
en pos de incitarlo a experimentar algo,
cierto sentimiento,
unido a una siquiera, endeble,
pasión;
¡que no pueda amarse,
con la piel, con la cabeza, con el alma
a quien nos ama, nos desea, de verdad!
¡tantas veces
ocurre!
y en lugar de ello,
seguir suspirando
bocanadas de anhelos inútiles,
de ilusiones extintas hace rato;
en tanto,
ríos de lágrimas
ya ni intentan
asomarse,
ya no hallan
más que vacío,
soledad.
La resignación,
la necesidad, imperiosa, de olvido
se impone, -aunque no siempre-
a todo aquello
que era tanto,
que hasta parecía
eterno
y sin embargo...
lamento,
lamento mucho
no poder tener esas mismas ganas,
no poder, siquiera, imaginarlas,
ni soñarlas,
¡inmovilizarme ante la mera posibilidad
de poner en palabras
un amor que no existe en mí!
¡no existe!
claro que lo intento,
pero hasta mi voz se niega,
¿qué puedo hacer, entonces?
¿sigo dejando que lo creas?
¿me convierto en alguien
similar a aquel que me hizo tanto daño?
no puedo fingir
más,
no alcanza con la compañía,
con la amistad,
o supuesta amistad,
con alguna que otra
demostración,
ciertos gestos
para no reconocer,
para no decírtelo,
para que no te duela
para que no me duela.
Lo siento.
No puedo amarte.
Mi corazón
sigue colmado
de todo lo que aquel,
luego de haberme elevado
al paraíso,
me quitó;
el mismo que a pesar de su tan obvio desinterés,
sigue vibrando,
sigue estando:
me despabila,
me inquieta,
noche tras noche
día tras día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario