Y eso que me dicen,
directa, tácitamente
que no vale la pena,
que tengo que dejarte ir.
¡pasaron muchos años!
Sin embargo,
algo me incita
a reintentar y reintentar,
¿obsesión? ¿sentimiento?
¿negación a admitir
que es muy probable que haya dejado de importarte?
ignoro o creo que ignoro
el motivo;
hay días en que es esta soledad
que pesa
y el miedo, caminando a su lado,
quiere quitárselo y no...
Quizás, sea el pasado
que nunca va a cambiar
frente al peor de los escenarios:
algo que nos une
pues en aquel sitio también pasa;
un poco, el tedio,
los agobiantes rituales diarios,
el cuidado, la prevención,
su sin sentido.
El sin sentido
de casi todo o de todo.
Puede ser la añoranza
de aquel tiempo,
el de las risas inmotivadas
e incesantes,
¡de la juventud!
de los mas lindos, inolvidables
besos, miradas, sensaciones;
la cuestión es que no me resigno
a abandonar aquello,
no pude, no puedo, no quiero
hallar un sustituto,
un móvil
para que en medio de esta aterradora pesadilla
pueda hallar algún rayo de luz;
o tal vez, siga amándote;
aunque te cueste
-y también me cueste-
siquiera, considerarlo.
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