lunes, mayo 30, 2022

Líneas que no dejan huella

Solo quería

esas:


tus palabras

falsas;


elogios

¿por qué no? desmesurados,

hiperbólicos;


nunca temí,

no temo

a la intensidad;


pero vos sí.


Y no te gusta

o te produce pánico


escoger determinado tipo de palabras,

pues, las intuís esclavizantes,

suponés que te obligarían a...


Tal vez, sea como vos decís:


probablemente,

quien recibe esos panegíricos

los absorba como esponja,


los considere reales


y no desee soltarlos,

soltarte...


Escogiste 

las palabras que lastiman,

que no sugieren, que no incitan;


que no se "hacen cargo",

como se dice.


Palabras sin detrás, 

huecas, 


simples signos

sin significantes;


o las que arrojan verdades

más mentirosas que la mentira misma;


palabras que no prometen,

siquiera,

pensamientos;


pero este corazón

ansía fantasías,

las que propusiste, obvio, 

sin darte cuenta;


tu armadura, para tu tranquilidad,

aún brilla, te ampara(?)


de todo sentir

que te aproxime

hasta a los recuerdos;


¡y yo, ingenua,

creí que te la estabas quitando!


ahora...la nada.


La inmunda nada

rutinaria, con olor a rancio;


ni siquiera 

esas líneas vacías,


en las que intentabas,

intentás


no dejar huella;


un vacío de engaños

que, aunque parezca un contrasentido,


llenaba mis días,


mis mañanas

trilladas, silenciosas;


juegos verbales que nublaban mi cordura,

al punto de alejarme, por unas horas


de este encierro,


¡de este encierro!

domingo, mayo 22, 2022

Auto-encierro

Alguien

una vez,

-no hace tanto-


no se atrevía

a salir de su casa;


alguien,

supongo debo haber sido yo

le dijo, entonces,


que no habría nadie 

que lo detuviera,

que le impidiera ir adonde deseara;


lo invité a confiar

en sí mismo,

en los procesos de la vida;


¡no podía seguir allí,

ocultándose de un supuesto peligro,


un atemorizante ser o alguna circunstancia

que muy probablemente


no estuviera allí,

no aconteciera!,


tampoco unas cuadras más adelante;


finalmente, se armó de valor

y salió.


La vida seguía esperando,

siempre espera, hasta el final;


caminó algunos metros,

luego se atrevió a más


y hasta halló a un amigo

que hacía tiempo no frecuentaba,

con quien conversó largamente;


horas después, este hombre

regresó tan feliz


que nunca, nunca jamás

pidió "permiso"


para atravesar

su puerta de entrada,


ni ninguna otra.


Concluyo en que nunca se sabe

si decidimos salir de cierto estado de encierro,

físico, mental 

-o  ambos-


qué puede depararnos

cada día, cada instante,


cada encuentro.

 
















sábado, mayo 21, 2022

Lo que a nadie importa

 ¿Me esperaban?

 -no, en realidad no-


las campanillas violáceas;


nadie sabe, nadie se pregunta

quién las plantó en ese sitio,


por qué se aferran

a ese alambre

junto a la vía del tren;


¿el viento habrá transportado

allí sus semillas?


es temprano

todavía:


el refrescante, espléndido collar

luce en todo su esplendor;


¿el sol

se regocijará al acariciarlo?


ellas

sin saberlo y sin que casi ninguno

lo sepa o le importe


vivifican

uno de tantos insignificantes rincones de la ciudad;


animan las miradas de los que sí saben apreciarlas,

así, ellas no lo adviertan;


nunca dejan de regocijar

al ocasional caminante.


Cuando regreso,

el cielo comienza a apagarse:


se inicia la despedida

del precioso ornamento.


¡Hasta mañana!

les dice mi silencio

casi casi con tristeza;


las dejo instalarse

un rato más en mi vista,

en mi alma.


Ellas se cierran

y el espectáculo finaliza;


así es que regreso

al lugar donde se supone

que habito;


comienzo a entender

-o lo sabía desde antes-


que esta tarde

que por un rato, creí, creímos eterna


como tantas, como todas,


de pronto


desaparece.






domingo, mayo 08, 2022

De domingos, de otoños, de ausencias

 Yo te hubiera abrazado,

 hubiera insistido, hubiera argumentado,


 ¡no sé!


para que nunca te fueras,

para no irme


de vos

jamás;


pero claro,

esto lo veo, lo escribo ahora


que pasaron

tantísimos años,


en esa época

mi inexperiencia no pudo con aquello,


no pudo con tanto

y con tan poco,


al mismo tiempo;


yo correría

ya mismo a tu encuentro,


si no estuvieras tan lejos,

-obvio, no me refiero solo a la distancia en km-;


iría y te diría...

o te besaría con tanta intensidad


lo haría todo y más

para no perderte de nuevo;


tal vez, no serían necesarias

estas, ninguna de mis palabras,


ni de las tuyas;


pero ya es tarde


tu ausencia,

tu absoluta ausencia


es tan evidente,

así, no lo acepte del todo;


yo no sabía

que aquello era y siguió siendo

tan fuerte;


no sabía

que un día te extrañaría tanto

que me dolerían de este modo


el corazón, la piel, la carne

los huesos,


¡los años!


¡no sabía entonces

acerca de tantas cosas!


Ni  sabia bien

de qué se trataba el amor,


si lo nuestro fue amor, pasión,

enamoramiento;


quisiera que pasaras

por acá,


que te deslizaras

entre estas líneas


y supieras esto:


yo nunca pude olvidarte,

así, lo haya creído o intentado 

en mil modos;


nunca pude reemplazar

todo eso, ¡todo eso!


todo lo que éramos,

lo que sentíamos,

lo que vibrábamos,


lo que significábamos

el uno

para el otro;


y me equivoqué,

te tuve cerca y más cerca también


y me equivoqué,

volví a hacerlo,


¿por qué?


tal vez, el miedo,

tal vez, los tantos impedimentos;


quizás, el pánico

a decepcionarte,


o a enterarme

de que ya no te importaba, no te importo


ni un poco.


Es domingo.


Una tarde maravillosa,

(sabés cuánto amo el otoño);


caminé sobre cientos de hojas amarillas, ocres,

pero no fue, no es lo mismo;


es domingo

 

y los domingos los que nos hacen falta

nos hacen falta muchísimo más.


Si me leyeras

entenderías algunas cuestiones


que quedaron

sin decirnos,


en medio de ese caos

que yo misma provoqué.


Perdón 


es lo que puedo pedirte,

si aún estoy a tiempo.


Perdón. 


Hasta algún día,


hasta nunca.



viernes, mayo 06, 2022

Vacío y más vacío

¡Que triste habituarse

a la ausencia de abrazos,

de manos entrelazadas,

de besos!


¡jamás lo hubiera imaginado!


¡justamente yo que no podía dejar de abrazar,

se me había vuelto un hábito!


¡y me hacía tan bien!


el calor de esa otra persona,

el ánimo que nos infundíamos mutuamente,

¡ese "estoy con vos" tan penetrante!


increíblemente, 

nos conformamos con ese choque de puños insulso,

ese toque con los codos,


o la mano,

agitándose desde la distancia;


¡maldito virus!


si fue creado ex-profeso,

¿cómo pueden ciertos seres que se consideran "humanos"

hacer algo semejante?


así como las guerras,

los crímenes, los abusos

de los más sádicos;


¡el asesinato de tantos inocentes!


ya sé: sucedió en otras épocas

y contextos,


siempre la crueldad prevaleció,

las injusticias, la insensibilidad,


aunque en otros tiempos, 

no dispusiéramos de tantos medios

de información (o "desinformación", en fin...);


hoy somos más grandes

y tal vez, eso hace que veamos,


¡que veamos en verdad

lo que está pasando con nuestro mundo,

con nuestra gente, con la naturaleza!


tristemente

se llega a grande, -ni hablar a anciano-


para entender

y al mismo tiempo, desear no hacerlo...


pero así parece ser el destino del hombre,

su condición depredadora,

fría, egoísta;


sin ir más lejos,


paso por las calles

de mi barrio


y casi nadie advierte

la presencia del otro;


muchos, la cabeza inclinada,

agobiados, al parecer, por demasiados problemas


que no son las injusticias,

ni la deshumanización,

ni la falta de ética, de educación,

de consideración, de respeto,


ni el maltrato a la naturaleza.


No.


Es la preocupación

por no poder comprar esto o aquello.


Lo entiendo

si son productos de primera necesidad,


mas me asombra

cuando se ve ese dolor, esa rabia

en los gestos, en las miradas


por no poder adquirir

objetos innecesarios


que sirven, -o ni siquiera eso-,

para sustituir ese vacío insondable


que hostigó y hostiga

a todos y en todas partes,


que siempre se intentó compensar

con sustancias, compras, obtención de dinero,

otros bienes


y a cualquier precio.


Qué penoso

que nadie siquiera mencione


la carencia de abrazos,

de besos, de contacto físico,


de miradas


de esas, esas mismas,


las que solían perforarnos

el alma,


calentar los huesos.

martes, mayo 03, 2022

Ser de verdad

¿Qué sucede 

con esa inclinación obsesiva,

excesiva


de parecerse a otro:

tener el vestido de...

tener los ojos de...

tener los labios de...


o lo que fuera?

(incluye bienes materiales).


Pregunto

por si alguno lo entiende.


Nunca siquiera se me cruzó

por la cabeza

ser un otro, en ningún sentido,


ni vestir como un otro,

ni tener algún rasgo físico similar a un otro,

ni la vocación de otro, ni el trabajo de otro,

ni el talento, ni la risa, ni otros dones.


Nada de nada

de ninguno.


Siempre fui, soy yo

con mis más y mis muchos menos.


Por eso, me cuesta comprenderlo

y aceptarlo.


En un mundo

en que lo visual reina y gobierna,

parecer ser imperativo

querer demostrar o mostrar o fingir,

-porque de eso se trata-;


elegir a alguien

como objeto de admiración

e imitación,


en detrimento

de los propios valores,

de la autoestima;


¿qué pasa con esa cuestión?


todo radica

en re-verse en el espejo,

reencontrarse con uno,


saber que no es solo lo físico

ni lo material


lo que define, delimita

quien se es

realmente.


Todos somos diferentes,

cada uno lo es respecto a los demás.


Si no se cuidan esas particularidades,

si no se sostienen,

si no se defienden


el ser individual

se pierde.


Y se transforma en una réplica:


la boca de tal actriz,

el peinado de aquella,


en algunos casos, se admira y envidia el éxito,

el estilo de vida, -según lo que muestra- de cierto artista,

deportista, médico, abogado,

quien sea;


así, se ignora,

se subestima


lo peculiar, capaz, inteligente,

creativo, amoroso, bello


que puede ser uno, cualquiera, 

¡todos!


cuando es,


cuando son


¡de verdad!

Cristina Del Gaudio

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