Soñando que soñaba
me vi reír
como hacía tiempo
no lo hacía;
en ese sueño
no había preguntas,
ni nombres, ni objeciones;
solo gozar,
solo tenerte a vos, quizás eras vos,
-no estoy muy segura-;
luego, volábamos,
siempre de la mano,
como alguna vez
fue o pareció ser
con vos,
-pero no estoy muy segura-;
el viento
nos mecía
a su capricho;
nada trascendía
ese sueño
dentro de ese otro,
más parecido
a la vida,
más parecido
a nuestros encuentros, desencuentros;
-pero insisto,
no estoy muy segura-,
tal vez, no se trataba de vos,
tal vez, tampoco de mí;
eran dos amantes
a los que nada detenía;
a los que nada preocupaba
ni ocupaba
más que sentir,
hacer sentir el uno al otro,
vibrar hacia lo más alto
y nunca querer regresar;
eran jóvenes
los del sueño dentro del sueño,
¡tenían tanto que aprender
todavía!
mi mente buscaba despertar,
mi imaginación detenía el final
de tanta maravilla;
parecía una de esas películas,
las de antes, las de los cines tradicionales,
con olor a humedad, a maní con chocolate;
la película era similar a la que siempre
sigo soñando, -me refiero a cuando estoy despierta-.
¡La película de esos amores fuertes,
irrepetibles, intensísimos!
en ese tipo de películas de ojos abiertos
guionadas por mi cabeza,
por mi corazón,
los protagonistas
siempre
somos, seremos
nosotros.
¡De eso sí estoy segura!
No hay comentarios:
Publicar un comentario