Del inmenso azul
parte la vida;
este día,
el único certero,
el que cuenta;
las enreflores
nunca lucirán
como hoy,
jamás
la estrella mayor
les dará exactamente
ese destello;
nunca su color
será igual de intenso;
los árboles volverán a mecerse
con su ancestral gracia
pero no será del mismo modo
mañana, ni pasado,
jamás;
vendrá el pájaro raro,
el que se posa solo por un rato;
no volverá a hacerlo
con esa misma precisión,
ni quizás, a la misma hora,
ni en ninguna otra fracción de tiempo;
así
la tristeza,
lo mucho, muchísimo
que te extraño
hoy no se siente igual
que ayer,
probablemente,
no durará el mismo tiempo,
ni será así de intenso
en días posteriores;
mis lágrimas
hoy no buscan brotar,
tal vez, no les sea necesario;
no significa
que se desborden dentro de veinticuatro horas
o en un minuto;
no puede garantizarse nada,
nada perdura o no de idéntica manera;
nada es definitivo,
nada termina
sino cambia;
aun la muerte
no es el final;
quien parte hoy
será, -ya es-:
pájaro, cielo, río, mar, montaña,
pradera, césped, mariposa.
Otro estado,
otra vida;
todo es absolutamente lineal,
los amores, desamores, las pérdidas,
las alegrías, los fracasos, los logros:
todo sucede simultáneamente
así lo procesa nuestro consciente
y mucho más, nuestro subconsciente;
por todo esto, considero
que el atarse, obsesivamente,
a lo que fuera,
conduce a una muerte segura,
una muerte
en vida.
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