jueves, noviembre 28, 2024

Hacia lo incierto...

 Anunciaban una tormenta,


 -todos los días anuncian tormentas-


 salir, seguir, proponerse,

 arriesgarse,


 vivir el instante,


 cada vez más parecen ser las consignas;


 el sol brilló, entonces,

 como nunca

 o como tantas veces;


 valió la pena

 desoír


 advertencias, temores,

 precauciones exageradas;


 así, con todo;


 decidirse y ya.


 Parece difícil,

 irrealizable,


 tienta la comodidad

 del no cambio,


de la permanencia,

de la rendición a la tortuosa rutina;


 de pronto, 

 lo que parecía confortable, seguro

 

 se ha vuelto una cárcel,

 cuyos barrotes son en verdad, inexpugnables


 ¿lo son?


 parece que faltaran las fuerzas

 pero las hay....de sobra.


 Existe esa posibilidad

 de ser feliz, de hacer lo que nos plazca,


 de amar de verdad

 y no fingir que se ama;


de reír de verdad

y no pretender una risa falsa;


¡de vivir

de verdad,


de quitarse esa máscara hipócrita!


Se puede lograr.


Se puede.


Solo resta

tomar la decisión.


Y partir

hacia lo inesperado

-o lo esperado-;


lo que devolvería la pasión,

las ganas, el propósito,


orientándonos a nuestro objeto de deseo,


-se trate de lo que se trate-.


 


 

lunes, noviembre 25, 2024

Apenas... una minúscula reseña

 Para tu insuperable sonrisa

 tengo algunos versos


 que nunca son 

  ni serán suficientes


  cuando de mis sentimientos,

  cuando de todo lo vivido,


  lo gozado, lo padecido,


  apenas pueden esbozar

  una idea, alguno que otro sueño,


  aquel deseo,

  un nuevo deseo,


  nuevas expectativas

  inútiles, quizás,


  pero nuevas;


  para tu voz,

  tu decir


  solo podría intentar

  convertir mis palabras en música,


  proveniente de cantos de pájaros

  bellos, desconocidos;


  para tus caricias,

  tendría que asimilarlas al edredón más confortable,


  a un almohadón de plumas,


  a la suavidad, la ternura


  de un pequeño gato

  retozando en alguna falda


  en busca de protección,

  de cuidado;


  si deseara escribir

  sobre aquellos abrazos,

  sobre aquellos besos

 

 ¡únicos!


   no hallaría los epítetos

   merecedores de honrar

   a aquellos recuerdos;


    no existe ni existirá

    escrito, melodía, pintura


    que puedan plasmar

    aquella pasión desbordante,

    atrozmente intensa,


    de brasas inextinguibles;


    ¿inextinguibles?


    Esta es solo

    una breve, minúscula


    reseña


    de lo que pudo y debió ser el tema 


    del mejor, el más leído,

    el más interesante, motivador


    libro de poemas.


    Un libro que jamás fue

    ni será escrito.


    

lunes, noviembre 18, 2024

Tristeza...¿inexplicable? II

 ¿o explicable

 de mil modos?


 ignoro el motivo,

 los motivos,


 -o los sé-.


 Hubo de todo, claro,

 -si de recordar fragmentos penosos

 se tratara-.


 Claro que conviven

 en el  puzzle de los recuerdos,


con las piezas que integraron

tantas pequeñas, grandiosas

alegrías;


¿cómo olvidar esos abrazos, besos,

 sorpresivos, incomparables,


 miradas más que significativas, 

 coincidencias increíbles, únicas?


 (¿cómo olvidarte?)


 ¿cómo no recordar esas risas, festejos, 

 sueños, planes, complicidades?


 ¡Tanto de tanto!


 en fin,

 de eso se trata.


 Es factible la coexistencia

 de los momentos más felices

 con los de padecimientos, pérdidas,


 ¡las tantas veces incomprensibles

 sensaciones de vacío, de soledad,


de melancolía!


Y pueden darse,

los unos y los otros


en un mismo mes,


en un mismo día,


en un mismo segundo.


 


 

lunes, noviembre 11, 2024

Tantos cielos azules que supe mirar

 Tal vez muera

 sin alcanzar mi meta

 o mis metas.


Quizás,

no me estén destinadas;


 quizás,


  no puse demasiado empeño

  ni fe


  en pos de su concreción.


  Me duele

  pensar que pude hacerlo

  y yo misma pude habérmelo impedido;


  me duele 

  ser insistente en tantos aspectos


  y tan poco o nada

  en lo que a mí atañe;


  ¿será demasiado tarde?


  me pregunto,


  a veces, triste,

  muy triste;

  

 a veces, casi resignada...

¡que horror!


a veces,

incluso me olvido

y ya;


no insistí hace años,


no sé si lo haré ahora.


¿Autoboicot?


no sé.


Luego observo o escucho

acerca de otros que pelearon

por sus deseos, sus objetivos


¡y los alcanzaron!


¡entonces me siento tan pequeña!,

-aun con mi metro setenta y cinco-;


¿será por eso

que me irrito de pronto?


deseo estar sola,

me molesta que hablen, que rían,


¡que vivan!


¿será que no supe vivir?

¿será que no supe ser feliz?


¡con tantos cielos azules

que supe mirar,


con tantos árboles,

cuya presencia supe valorar

y regocijarme en ello!


¡tantos amores,

tantas vivencias,

tantos pero tantos escritos,


tantas pequeñas felicidades

que me brindó este don maravilloso!


tanto de tan poco

y un poco de tanto...


Hay una parte mía

que todavía espera:


¿un milagro?


¿la decisión,

el atreverme a...?


¿la pérdida de este asfixiante miedo?



 

El olor de la ausencia

 Siguió y siguió

 persiguiendo los pasos


 de quien había olvidado

 su ruta,


 de quien se había extraviado

 en algún camino;


 ella también creyó

 haber perdido su rumbo:


 claro que se perdió

 pero volvió a encontrarse,


 cayó en el barro, resbaló en la nieve,


 se incorporó,


 retomó su objetivo

 aunque por momentos, lo olvidara;


 ella sabía que era por ahí,

 podía oler como un perro

 ese andar, esa vestimenta;


 esa presencia,

-¿esa ausencia?-


 que la perseguían desde hacía tiempo,

 desde siempre;


 en pos de ellas

 no desistía,


 la animaba

 el recuerdo de aquel abrazo,


 de otros, ¡de tantos!


 de esa exclusiva sonrisa,


 de esa calidez

 que la envolvía


 solo al rememorarla;


 la tormenta de nieve,

 cada vez más intensa;


 tuvo que refugiarse

 en una especie de caverna,


 su abrigo no era suficiente; 


 mas no abandonaría,


 ¡no esta vez!


 alguien pasó,

 una luz potente encegueció

 sus ojos, su discernimiento:


 y ahí se encontraba,

 de pronto,

 sentada junto a un desconocido, en su imponente camioneta;


 parecía un buen hombre,

 parecía interesarse por su estado,


 le ofreció

 contención, abrigo,


 le preguntó a dónde se dirigía:


ella mostró un papel

con una dirección


y le dijo:

-voy en busca de todo lo que me importa,


si muero en el intento,

da igual-;


el hombre

giró la cabeza y la miró con cierta compasión:


-Perdone, señora o señorita,

permítame decirle que todo lo que debería importarle

es usted misma, su salud, su vida-.


Ella sonrió débilmente:

-Él es mi vida, señor-.


Y siguieron por la ruta,


ambos, en silencio


¡la distancia era enorme!


mas ella lo sentía cada vez más cerca,


su corazón latía y latía


anticipándose a ese supuesto reencuentro.

martes, noviembre 05, 2024

Resistencia

 Valoro muchas cualidades

  en muchas personas.


  En especial

  o en uno de los primeros lugares,


  instalaría

  a la resistencia;


  porque no debe ser para nada,

  absolutamente para nada fácil


  perderlo todo

  y no me refiero solo a lo material.


  Perder a lo más querido,

  a los que compartían tu mesa,


 tus anécdotas, tus risas,

 tus lágrimas, tus logros


 día tras día.


 A los hijos,


 a los que quizás, miraban

 desde pequeños


 cuando se dirigían

  rumbo a la escuela.


 Y los miraban, tal vez, hasta el no cansancio,

 hasta que desaparecían de su vista;


 para esperarlos

 más tarde


con el almuerzo

o la merienda, según fuera,

lista y preparada con tanta dedicación,

con tanto amor;


¡perder a sus amores

es lo peor que puede, pudo, podría

pasarle a quien sea!


nada se asemeja

a ese dolor,

¡un dolor de tal naturaleza!


(No sé si podría soportarlo);


por eso, entiendo a quienes

tomaron una decisión irreversible

ante ese desgarro incurable

de su alma, de su existencia...


¿cómo seguir viviendo,

cómo volver a una supuesta cotideaneidad,

plagada de recuerdos

que hoy son solo vacío,


luego de una catástrofe semejante?


ahí está la cuestión de la resistencia,

aunque en casos extremos pueda comprenderse


ese abandono de las fuerzas,

ese no poder más


y acabar con todo;


felicito a esa gente

que no solo se levanta a sí misma

de los peores horrores;


¡es capaz, es tan pero tan fuerte

y generosa que levanta a otros,

ayuda en lo que fuera, los anima,


les ofrece lo que puede, lo que tiene!,


más allá de que ciertos seres, en sus imponentes sillones,

en su sitial de oropeles


vivan indiferentes

gozando de sus bienes, -casi siempre solo económicos-,

de su ¿poder?


¡presos de la ambición,

de las absurdas rivalidades políticas!


¡descuidando su verdadera, no reconocida,

función: cuidar a su gente, 


protegerlos, brindarles contención,

siquiera!


claro que merecen esa ira, tremenda furia

de los tantos que fueron abandonados

¿a su suerte? ¡a su desgracia!


¡Cuántas injusticias!


¿Dónde está ese Dios que pone todo en su lugar?


supongo que algún día

y lo deseo


paguen por su desidia,


su desamor hacia sus iguales,

sus compatriotas, 


¡sus súbditos,

los que únicamente sirven

para cobrarles impuestos!


impuestos

que nunca vuelven a ellos,


¡malditos!


hay gente muriendo,

hay gente desaparecida,


hay gente que fue arrastrada por el barro y el agua,


¡hay quienes se suicidaron, se suicidan!


¿Es que no son capaces

de verlos, de sentir en sus corazones de piedra

algo de compasión, de empatía?


¡reyes de cartón!


¡reyes de naipes!


¡despierten!


¡teman las no tan lejanas

consecuencias irreversibles de su desidia!

domingo, noviembre 03, 2024

Aunque en ocasiones, te me cruces en un sueño

 Busco


 sin saber qué busco:


 ¿un indicio, algo de información,

 una fotografía, 

 un dato, una palabra?


 no lo sé.


 Busco,

 te busco


 como lo hice

 siempre o casi siempre;


 años deseando que suceda

 lo que luego sucedió


 y arruiné,

 -arruinamos-


diría, definitivamente.


No , ya no hay nada que buscar,

nada que esperar, ni que desear


aunque


en ocasiones,


te me cruces


en un sueño,


en alguna cita de cierto libro,

en algún fragmento de cierta película;


en la calle,

quizás, en alguien parecido,


en un olor,

una mirada,

un gesto.


En fin,


ya no hay nada que pueda decir,

las ilusiones quedaron atrás,


¡tanto sufrir, tanto llorar,

tanto descreer en milagros

para luego, volver a creer!


todo, todo está perdido.


No hay opciones

para un retorno a aquello.


Y sin embargo,

seguí, sigo


y eso que dejé de sentir

aquello y lo de después.


Tranquilo.


(Realmente

dejé de sentirte).


Sí hay un retorno:


hace rato,

¡a mi misma!,


sin presiones,

sin culpas, sin cuentas pendientes.


Así


como me ven

-los que me ven-.


Así


como me leen

-los que me leen-.



Cristina Del Gaudio

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