No esperar nada
es la clave;
hacer lo que se vincule
a nuestros empeños
y esperar,
aunque, paradójicamente,
sin expectativas;
claro que puede suceder
aquello que deseamos,
en ocasiones,
desde hace mucho, mucho tiempo;
mas puede que no suceda,
-o no todavía-
pero eso no debería detenernos,
¡jamás, siquiera, pensar en renunciar!
seguir siendo
desde lo que en verdad somos,
seguir
interviniendo, dentro de nuestras posibilidades,
¡seguir!
¡hay un mundo
a nuestro alcance!,
amores, oficios, aptitudes,
actividades,
uhhhhh...¡tanto de tanto!
no conduce a nada
perder el tiempo
paralizados
en pos de un determinado anhelo;
solo serán meses, días, horas, minutos, segundos
absolutamente desperdiciados;
aun siendo jóvenes o no tan viejos,
se nos escapa, con frecuencia
el postulado indiscutible,
¡la certeza!
de la caducidad de la vida.
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