miércoles, diciembre 30, 2020

Entretanto, la vida sigue

Cambiar de año.

Cambiar de década.


Convenciones,

simples convenciones.


La vida sigue, entretanto,

mientras contabilizamos minutos, horas,

revemos actos, no actos, palabras, silencios

de nuestro pasado más próximo


y también de antes, mucho antes.


La vida, como dije,

entretanto, sigue.


Los árboles

no se ajustan a calendarios,


más allá

de sus ya no tan taxativos

cambios estacionales;


de  todos modos,

se produzca o no tal o cual cambio,

allí están,


siempre que un viento huracanado

no los derribe,


no arranque sus ramas,

no los arranque de raíz;


la vida, entretanto,

sigue;


el sol brillará con más, menos

intensidad,


habrá amaneceres húmedos,

secos,


luminosos, oscuros

frescos, helados;


también, sofocantes;


sin importar calendarios,

sin importar un antes, 

ni siquiera el más próximo;


solo nosotros,

solo el hombre,


solo,

cada vez más solo.


Y sus miedos

ya no se circunscriben a tiempos, meses,

años, estaciones;


el hombre

deambula  casi

sin pensar,


más, menos abrigado,


y a diferencia de los árboles,

del cielo, de los pájaros


vive preguntándose

por qué no se puede volver

a un pasado que ni siquiera recuerda

o no toma conciencia


si en verdad, añora;


también, acerca de un futuro

del que hoy asume

-o así lo intenta-


su insondable lejanía;


tal vez,


intenta o pretende intentar

una especie de aceptación


de su factible inexistencia.

miércoles, diciembre 23, 2020

Ignoro si esto acabará

 Brillante


como quizás,

deseo recordarte;


la mirada centelleante,

también, tu atuendo,


como si un halo de luz, enceguecedor

te hubiera sido destinado


en ese preciso momento,


cuando yo te miraba

y te admiraba


como antes,


como en aquellos tiempos

que cada vez parecen más y más lejanos;


¡qué refrescante,

cuán motivador

el haber amado de ese modo!


¡qué inexplicable, maravillosa sensación

la de haberse sentido elegida, 

la más bella,

fuerte, poderosa!


claro que pudo haber sido

-o lo fue-


una ilusión.


Se extinguió

cuando tuvo que extinguirse.


¿Importa eso ahora,

envueltos en rutinas, combinadas con pobres ensayos de ciertos placeres,


asfixiados por el miedo,

por las agobiantes precauciones que nunca son suficientes,


mareados en un torbellino de verdades que nos arrojan desde todos los medios,

verdades que cada vez se asemejan más a las mentiras,


atontados en medio de una especie de niebla

en la que reptan, invisibles y visibles,

tantos peligros,


aún, la propia muerte?


claro que la muerte

siempre transitó, transita a nuestro lado,

desde que nacemos


a la vida.


¡Alucinante, adorada, sorprendente vida!

¿cómo pudiste volverte tan amenazante?


¿cuánto daño te hicimos

para que el clima se haya vuelto tan hostil,

para que tantas pestes,

tantos males,


y sus consecuencias,

más o menos palpables


se hayan convertido en fantasmales pesadillas

dormidos y despiertos?


claro que el hombre,

-nosotros-,

tuvimos que ver.


Directa o indirectamente,

conscientes o no tanto

o absolutamente inconscientes.


Y aquí estamos,

agradeciendo un día más,

rogando por un día más.


Miro a mi alrededor

y me sobresalto,


mi mente aún no puede procesar

el incesante desfile de barbijos.


Miro y me desespera

ese hacer de cuenta de tantos

de que todo sigue igual,


¡sabemos o algunos saben

que no es así!


ignoro si esto acabará,

ignoro si lo veremos acabar,


si regresarán

días, encuentros, actividades

hoy añorados.


No sé si volveremos a encontrarnos,

de la manera en que sea,


no quiero pensar ni por un instante

en que no.


Supongo que puedo,

que podría soportar lo que fuera


con excepción de la absoluta certeza


de no volver a verte,

ni a escucharte, ni a leerte


nunca más.


martes, diciembre 22, 2020

Es hoy. No mañana.

 Quieren

 que seamos sus rehenes.


Quieren

a costa de lo que sea,

perjudique a quien perjudique,


someternos

a sus designios;


quieren

que renunciemos a toda mera idea de alguna posibilidad

de crecer, de hacer las cosas bien, 


¡de ilusionarnos

con una vida distinta

con un apuntar a un futuro de crecimiento,

de creación constante en pos del bienestar,

la salud, la educación,


de todo tipo de mejoras

que hagan de este país

un país pródigo, 


sin tremendo bagaje

de incertidumbres;


un país 

al que todos elijan venir,


al que se tome

como modelo,


como sucede

con los países que sí cambiaron su historia,


aun a costa de terribles padecimientos,

pestes, injusticias, crímenes caprichosos

de seres carentes de la más mínima

consideración hacia sus semejantes,


hacia ellos mismos.


Pues, sean como sean,

así, parezcan eternos,


todos sucumben.


Todo gran imperio

que se creyó 

absolutamente invencible,


se derrumbó.


Los grandes poderosos

padecieron su arrogancia, 

su desdén, su alejamiento

de quienes eran sus súbditos,


en muchos casos,

sus esclavos,


también de sus seres queridos.


Todos lo padecieron.

Todos lo padecen

en algún momento:


La enfermedad, el deterioro,

la muerte


les llega a todos,

con más, menos poder, dinero,

seguidores, fama, conexiones,


lo que fuera.


Cuenta el hoy.


El hoy nos reclamará mañana,

nos preguntará: ¿qué hicimos,

por qué no lo hicimos,


por qué nos doblegamos

a tantas presiones, torturas,

injusticias,


por qué  nos dejamos vencer

por el miedo que se empeñaron en inculcarnos

y tantas veces


lo consiguieron?


Por eso, vivir el hoy

es la táctica.


Hoy defiendo mis ideas,

hoy muestro quien soy, 

digo lo que pienso,


no me someto a decisiones de otros

sobre mi persona, mis bienes, mi ideología;


hoy no admito cuestionamientos,

ni siquiera del vecino de al lado.


Sin violencia,

con astucia,

con la cabeza en alto,


con la autoestima intacta.


Hoy no abusarán de mí

en ningún sentido.


Hoy no me harán inclinarme

ante nadie ni nada.


Hoy no obedeceré 

reglas, indicaciones, normas

que no estén alineadas a mi modo

de ver, de pensar, de ser.


Hoy

haré algo, lo que pueda, alcance a hacer,

vinculado a mis sueños, a mis deseos, 

a mis ganas.


Hoy

diré lo que siento por quien sea

y también lo que ya no siento.


Hoy.


Si así no lo hiciera,

que mañana

Dios, el Universo,

mi país,


yo misma


me lo demanden.



lunes, diciembre 21, 2020

Distintos hombres, similares historias

De los pocos

o algunos más

que alcancé


a gozar,


¡uh! miles de experiencias;


¡libros clásicos

en papel!


jamás podrán ser reemplazados.


¡Cuántas emociones,

cuántas lágrimas,

qué maravillosos y verídicos

pactos con el autor!


cómo volaba, cuánto volaba,

entonces,

la imaginación;


también había mucho de incomprensión

o una comprensión distinta,


particularmente, cuando los tuve en mis manos

siendo muy joven;


hoy llegan a nosotros

en  versiones más actualizadas,


algunas, impecables,

de muy alto costo,


pero siempre producen las mismas ganas,

nos invitan a volar, a soñar, a recordar,

a sentirnos identificados;


el releer lo tantas veces leído, pensado, 

reescrito por nuestra inquieta, ávida, mente;


el bagaje de experiencias

edifica nuevos significados

para los mismos textos;


resignifica ciertos valores,

determinadas ideas,


¡muchos de ellos nos parecen tan antiguos,

tan caducos!


el tiempo pasó.


Y pese a los cambios en las formas de comunicarse,

en el uso del vocabulario, en los distintos soportes, 

en medio de la entreverada red virtual,


pese a todo y a todos


nada hubo ni hay ni habrá

como sumergirse por completo


en las páginas de esos clásicos,


llamados de ese modo

pues siempre tienen algo que decirnos,

algo que hacernos ver,


cualquiera sea nuestra edad, nuestras vivencias,

nuestra educación, nuestra situación social;


aportan expresiones en pos de referirse a distintas situaciones

que pueden o podrían ser disparadoras

de nuevos pensamientos,

de renovadas historias.


¡Cuántas recreaciones se han hecho

por escrito o en videos, films

de tantas obras que datan de siglos pretéritos!


pero los clásicos,

los buenos clásicos


siempre tienen actualidad,

así, se hayan aplicado términos hoy en desuso,


la vigencia

que sostiene

que siempre sostendrá

la vida del hombre común,


del rico, del poderoso, del humilde,

del ignorante, del sabio,


del enamorado, del que pena por amor,


ese iluso adolescente que sueña

con quien lo rechaza


en tanto, desoye el canto desesperado

de quien vive y muere por él;


las injusticias, los odios, aun entre parientes,

amigos,


la deshumanización

ante situaciones límite;


el hombre ha sido

y es casi en todo o en todo

prácticamente igual;


solo cambian ciertas modas y modismos,


ciertas manera de hacer, 

de expresarse, de gesticular.


Pero la realidad, el mundo interior

del hombre, por ejemplo, del siglo XVI,

- haya sido cual haya sido su estrato socio-económico-cultural-

no dista demasiado de la de nuestro siglo.


Los padecimientos, los abandonos,

las traiciones, las pérdidas, las enfermedades,

los amores compartidos, los desamores,


la juventud,

la vejez,


el desamparo, las glorias,

las risas, los llantos


tienen mucho o todo que ver


con quien lee, vive o recuerda alguna de esas instancias

justo justo en el momento en que el autor

¡como si aquel reviviera!


ignorante, desde ya, de su presencia,

de su atención


se lo dijera a sus ojos,

a su sentir, a sus carencias,


a su entendimiento.


miércoles, diciembre 16, 2020

Con el viento en la cara

 Salir.


Sentir el aire fresco,


el viento en la cara,

agitándonos el pelo,

aliviándonos las cargas,


despeinando deseos

postergados;


percibir ese despertar

en la piel,


en la cabeza,

las ideas,


la mirada;


imposible no captar

ese renacimiento del espíritu,


esa convocatoria

a retomar, siempre retomar


el camino

al que creímos no poder volver;


no el pasado,

no el que huele a humedad;


el camino hacia lo puro,

lo bello, lo que sacude

las pelusas de la desidia;


el camino

hacia lo que deseamos ser,


en concordancia

con lo que ya somos


pero mejorados,


más fuertes,

más flexibles,


con la mente abierta

a lo nuevo,

sin olvidar lo que dejamos


pero nunca, ¡nunca!

la vuelta hacia atrás;


un nuevo mundo

-que tiene una parte o gran parte del anterior-


pero nosotros

lo haremos, lo hacemos

lo reconvertimos;


le imprimimos sueños novísimos,

lo teñimos con el tono que más nos plazca,

lo soltamos a su libre albedrío;


jugamos

a ser lo que somos


y el juego se ve, se vuelve

real;


así,

aun transitando entre zombies,

consumidores de cuanto les dicen,

les "informan",


regurgitadores

de mandatos, imposiciones;


¡carentes de un libre pensar,

de un libre escuchar, entender,


percibir,

vibrar,


existir!


nos permitimos, nos prometemos

no sucumbir


o nos surge naturalmente


el seguir con lo nuestro,

mejorar, crecer, 


sin perder el horizonte,


sin perdernos,


por el contrario,


reencontrándonos


como nunca, nunca

antes.


martes, diciembre 15, 2020

De valientes

 Sostener el sueño


¡hoy cobra

tanto pero tanto valor!


la vigencia

de la perspectiva, 

del bastión de la idea;


del cada día,

del cada nuevo comienzo;


hoy

es de valientes


no haber desistido.


Honro, me emocionan

aquellos que insisten, apoyan,

ayudan, desde donde


y como pueden


a algunos

a los que las penas los desmoronaron,


a los que cada amanecer

tienta a renunciar,


a los que se dieron por vencidos

sin haberlo sido todavía.


Gracias a tantos recreadores

de la lucha,

mi propia obstinación,


mi propia negación

al abandono


de mi bandera de principios,

de mi bandera que retoco

todo el tiempo


y le pongo más y más colores

y le coloco alas más fuertes


para que no se me olvide,


¡para que nunca se me olvide!

-aunque por momentos,

casi casi se me olvide-


no olvidarme


de quien soy,

por qué, para qué

sigo,


persisto,


convoco a persistir;


nunca dejo de mirar el cielo, el sol,

la lluvia,

los árboles,


y me quito el sombrero;


pues, me recuerdan

que ni siquiera se trata de objetivos,


ni de grandes planes,

dudas, ni certezas;


se trata de seguir

en pie,


respirando,


pensando, haciendo, diciendo

lo de siempre,


como antes -o no, mejor que antes-


así, no se halle ni el más mínimo

incentivo.

domingo, diciembre 13, 2020

Juntos pero no masificados

 Creen que pueden distraernos,

 creen que logran convencernos;


creen que su mínimo esfuerzo

-o simulacro de lo que fuera-

nos colma, 


¡que les podemos perdonar todo

cuando ellos no perdonan, no olvidan,

provocan, nos sumergen (o tratan de hacerlo) en el miedo,

la inseguridad,


el dolor,

en la circunstancia que les sea dada

o no!


Pero la guerra es contra aquellos que no adhieran a sus supuestas convicciones

aun, si en un rato, mañana, cuando se les ocurra

cambien;


porque así son,

así fueron, así serán.


¡y todavía pretenden que estemos agradecidos

por lo poco o nada,


por la nada!


que hicieron,

que hacen.


Creen que es un puñado de gente;

pero no es un puñado, es cada vez más grande,


y ama a su país,

¡ lo ama de verdad!


al punto de trabajar por él,

de no olvidar ¡nunca!

las leyes, 


la dignidad del trabajo,

de honradez, la consideración hacia el otro,

nunca la violencia, menos, por la violencia en si.


Creen, en fin,

que nos engañan.


No, están equivocados.


No somos de utilizar armas,

más que nuestras marchas, nuestros reclamos respetuosos,

nuestra palabra, nuestra voz, oral o escrita;


no es por debilidad,

ni por temor,


no es porque no se pueda o no se deba


¡no es porque nos sea fácil

soportar tantos atropellos!


es un modo de ser, de pensar,

de actuar, de buscar acuerdos.


¡De buscar la paz!


no fuimos criados ni enseñados

en la violencia,


nuestros antepasados

trabajaron por o en lo suyo,


lucharon,

perdieron, ¡tantas veces perdieron!


por sus hijos, por su país,

por su propia memoria.


Hoy

son honrados

en sus tumbas


o quizás, algo de ellos

esté en la naturaleza, en la tierra

en que crecimos, nos esforzamos,


a la que cuidamos,


en un pensamiento, una forma,

un sentir


únicos y no por eso sin divergencias.


El ponerlo todo,

sin pisotear los derechos de nadie;


respetando lo que nuestra Carta Magna

nos señala,


pues, para ello,

se reunieron personas desde ya,

mucho más escrupulosas


Y crearon las leyes.


No importa si otros no cumplen,

si otros se empeñan en ensuciarla,


en estropearla, denigrarla,

destruyendo todo lo comenzado,

todo lo que aseguraría un mejor futuro;


no importa si se obstinan,

en mil modos,

de aniquilar nuestros sueños.


Seremos fuertes,

no cambiaremos por nada ni nadie

nuestros principios.


Saldremos en paz

a reclamar lo que nos quitaron y nos quiten,


juntos

pero no masificados,


juntos

por amor.


El amor más grande y poderoso:


el amor a nuestra república.

jueves, diciembre 10, 2020

Cuidado con creerse el cuento de la libertad

 Creemos ser libres


y estamos encerrados.


Y no hacen falta cancerberos,


los obstáculos, en muchas ocasiones,

son solo imaginarios.


¡Presos, presos

de nuestros miedos,

de nuestras inútiles prevenciones,

de esas supuestas "seguridades"!


nos decimos libres,

nos proclamamos libre-pensadores

-y ni siquiera-;


tomamos ideas,

absorbemos, digerimos ideas de quienes 

con más o menos buenas o malas intenciones,


nos introducen.


Son sus propios pensamientos,

o lo que pretenden que sean,


que por alguna o varias razones

alcancen a determinadas personas

con determinados fines


o ninguno.


Es su modo de verlo todo,

de entender, de captar 


también, de hallar un sitial "importante"

en medio de una realidad global


que los

que nos

supera.


Por eso, quizás,

para tantos,

es preferible adoptar ese pensar ajeno,


acomodarlo

convenientemente,


fingir hasta sentirnos seguros

de estar a salvo,


cuando está en peligro nuestra cabeza,

nuestros principios, nuestras aspiraciones,


¡nuestros sueños!


lo que siempre, de algún modo o de varios,

fuimos.


Lo que somos.


Cuidado con creerse 

el cuento de la libertad.


Seamos libres, sí,


en verdad, libres


dentro nuestro.





miércoles, diciembre 09, 2020

Todo está en orden

 Quizás,

 no te perdoné,


-como reza una canción

olvidada-,


el no poder olvidarte;


así, me obstine,

¡me convenza!

de lo contrario.


Es probable


que todo siga 

como antes,


solo que lo hice carne,

piel, espíritu


lo hice parte mía


y no me resulta tan fácil

o nada fácil


desprenderme


de tremendas sensaciones

únicas, irrepetibles.


¿Qué hago?


¿cómo no escuchar tu voz entre miles de voces?

¿cómo no verte en rostros tan similares

o no tanto o para nada?


¿cómo no asociarte a un tema musical,

no necesariamente el "nuestro",  

sino cualquiera,

uno que ni siquiera

mencione al amor,


que simplemente,

mencione algo que en algún momento mencionaste

aunque no sepa precisar en qué situación,

por qué motivo?


se hace difícil.


Se vuelve imposible:

esto de fingir que todo es "normal";


creérmelo

para que los que me quieren

lo crean también;


a veces, no puedo más

con todo esto.


Puedo citar al virus,

puedo culpar a la crisis económica,

moral, social,


al gobierno, a los vecinos,

a quien fuera o a lo que fuera.


Pero el estómago se encoge de dolor

y no es una indigestión


o sí:


no pude, no puedo todavía

digerir, asimilar

las consecuencias de aquello,


el dolor

que supongo, nos quedó a ambos;


no soporto más

esta compañía que no acompaña,


¡añoro aquel contacto

que sí me acompañaba,

curiosamente,

desde tremenda distancia!;


sin vernos,

sin tocarnos,


tan solo, 

palabras, emojis,

expresiones de todo tipo


¡pero significaban tanto!


no fueron unos días,

¡fueron años!


en ocasiones,

los pienso perdidos,


-cuando me enojo

no con vos sino conmigo-;


en otros momentos,

como hace un rato, ahora mismo,

dentro de un momento, no sé,


extraño todo aquello,

todooooo, hasta lo horrible, 

los reclamos, los insultos, 


ese no tenerte

y saberlo

y saber, además,

que jamás te tendría; 


sé que resulta incomprensible,

-hasta masoquista-


este llanto atrapado

por dentro,

durante tanto tiempo;


este permanente

estado de implosión;


¡la muy extrema necesidad de descomprimir

un daño que me fagocita!


aunque me vean

o me imaginen

sonriendo


y les cuente, les muestre


que todo está en orden


por acá.



martes, diciembre 08, 2020

El arte que rescata

 Gracias


por lo que tengo


que es mucho, muchísimo.


Tengo amor,

tengo amigos,

tengo familiares


que se preocupan

y ocupan


cuando estoy mal,

angustiada, enferma;


gracias


por la salud,


gracias


por mucha más ropa

de la que necesito;


gracias


por mucha más comida

de la que requiero;


gracias

por todos esos libros,


algunos de los cuales,

-lo confieso-,

aún no leí;


gracias


por haber podido aprender,

por seguir aprendiendo,

por las ganas de hacerlo;


gracias


por este cielo

que sin que nadie se lo pida

allí está;


gracias


por los árboles,

¡inspiradores de tantos decires!


gracias


por intentar, por poder expresarme,


por derramar tantas lágrimas aquí mismo,

entre párrafos,


por atreverme a exponer mis miedos,

mis expectativas, mis decepciones,

mi impotencia,


mis alegrías,

mis locuras;


gracias


por tantos y tantos significantes

con, sin significado,


correteando, imparables,

por una cabeza, para bien o para mal

nunca vacía;


¡gracias, vida, Dios, Universo!


por esta inclinación, inexplicable

o explicable


a este arte


que acompaña,

consuela, 

¡rescata!


enorgullece.


Gracias a todo

y a tantos que me soportaron


en esta selva literaria

a veces, llena de obstáculos,


otras, con la energía, la creatividad,

las palabras precisas,

desde la cabeza, el espíritu


hasta el soporte de turno;


desde  mí

hacia ustedes:


lectores,


a quienes, en general,

desconozco,


a todos los que por un rato,

se detuvieron, detienen por acá;


si ocurre, de pronto,

que ciertas palabras, frases,

las sienten propias,


dispongan de ellas,

úsenlas a su antojo.


Todas, absolutamente,

les son destinadas.










Sin nosotros, nada


¿Aferrarnos?


ni al pino,

ni al sol,

ni al cielo perfecto, azul,

negro, estrellado;


ni a la lluvia,

ni al viento,


ni al lugar

al que llamamos "hogar";


ni a las personas,


ni a las que se fueron,

ni a las que están

del modo en que sea


o no están

o quisiéramos que estén

pero no hubo ni hay caso;


ni al dinero, a los objetos,

-mucho menos-;


ni a la tierra

a la que pertenecemos,


donde nacimos,

crecimos, aprendimos,

trabajamos, amamos.


¡Ni a las ideas,

mucho menos

a las que adoptamos de quien sea

o no!


ni a estas letras,

ni a otras letras

de otros,


ni a las que les precedieron;


ni a las que probablemente

vendrán


o no;


¡a nada!


salvo a nosotros.


Pues, sin  nosotros

¿qué importa el clima,

el pino, las letras,


las pérdidas, los amores,

la gente, lo que fuera?


sin nosotros


no queda nada

de todo lo que nos pareció

tan importante,


por lo que peleamos,

por lo que competimos,

lloramos.


Por lo que perdimos y perdemos,

quizás, demasiado

de lo que en verdad somos,


de lo que en verdad, deseamos ser.


¡Nuestra verdad!


¡aquí está, aquí, 

sin disimulos, ni escondites!


guste o no guste,

se apruebe o se rechace.


Ellos, nadie

sabe ni sabrá


lo que anida 

en nuestro interior;


los dolores

que aprisionan


todavía;


así, lo disimulemos

y nuestra sonrisa se vea perfecta;


¡qué fotogénicos

cuando fingimos esa felicidad acrílica!


nada


nadie


ninguno


sin nosotros.


Cuidemos lo que somos,

abracémonos,


no renunciemos a nuestros valores,

no desistamos,


¡no olvidemos nuestros sueños!


por nada, por ninguno,

¡jamás!


somos únicos,

irrepetibles;


¡no nos perdamos!


viernes, diciembre 04, 2020

Nadie los ve

 El frío apocalíptico

de una noche;


una noche

que dista en mucho de aquellas,

de tantas, en todos esos años;


cuando mirábamos las estrellas,

siempre con la ilusión

de ver caer


a alguna,


porque alguien nos dijo una vez

que eso traería suerte.


Pero no.


Al menos yo,

nunca pude ver ninguna,

como tampoco vi nevar,

ni crucé el océano,


ni sé, -solo me contaron-,

de otros lugares,

de otros modos,

en que las estaciones son las opuestas,


los horarios, muy diferentes,

las lenguas, las expresiones,

tan particulares


como las personas.


Aunque, en verdad, las personas

pueden tener hábitos, modos de comer,

de expresarse, hobbies,

vestimentas, actividades


diversos unos de otros,


¡pero... el alma!


allí siempre anidan

las mismas sensaciones,

los mismos temores,


el dolor más profundo,


los amores perdidos,

los recuerdos, los olvidos.


Nos aúnan más cosas

de las que creemos.


Hoy

una amenaza


se cierne sobre nuestro día a día,

aquí y también en el hemisferio norte,


donde sea;


¡muertos!


cada vez más muertos

desfilan, noche tras noche,


sigilosos


así, nadie los vea;


entonces todo este horror

parece no estar sucediendo.


Así,


los que hubieran deseado

verlos, siquiera, un instante

previo al nunca más,


aquí, en el norte,

en todas partes,


se consuelan, quizás, con su última foto,

su mejor sonrisa,

sus últimas palabras, sus últimos sueños.


Hoy

que la oscuridad

no se remite a la huida del sol;


hoy

que la oscuridad

nos acecha,


¡se empeña en tomarnos

como rehenes!


si ello aconteciera, otros serían  

quienes nos recordarían


o preferirían fingir que no;


aun, si algún día 

hayamos sido su móvil,


su preocupación,

su ocupación,


parte de su vida.



martes, diciembre 01, 2020

Ni un solo pensamiento que no te fuera destinado

 ¡Tanto, tanto pero tanto

 te amé!


mas lograste

con tus mentiras,

a la par

de tu "sinceridad" ultrajante,


apartarme;


días,

meses,

¡años!

pasaron


y yo 


esperando


esperando un cambio,

una palabra,

unas líneas;


algo que aclarara en mi tortuosa cabeza

lo que en realidad ya sabía,


lo que no quería saber

pero sabía;


¡pensar que no había en mi razón

ni un solo pensamiento,

ni un solo sentimiento

que no te fuera destinado,


que no tuviera resabios

de aquello que creí que sucedió


así, no haya sucedido nada!


-no en vos, al menos-.


En las calles,

en todas las calles, donde fuera,


allí

estabas;


en cualquier parte

se reflejaba tu figura alta, 

inigualable,

la sonrisa de esa boca perfecta,


su recuerdo,

enmarcado en un cristal 

que creí incorruptible


me había impulsado a seguir creyendo

en tantas cuestiones,


¡en la vida!


¡en el amor, en aquel tipo de amor,

el único que mi espíritu, mi cuerpo,

mi cabeza

concebían!


te adoré hasta desangrarme,

así, no derramara ni una sola gota,


todo se diluyó,


se tornó vacío, estéril

cuando te fuiste


aunque, en verdad, no habías estado;


no esta vez,

sí en aquellos años 

que me obstiné en recuperar


inútilmente.


Lastima, claro que lastima,

eriza la piel,


irrita,

entristece,


lacera

toda posibilidad de volver a intentar

algo parecido


el haber tomado conciencia

de esa inesperada, ¿ansiada?

extinción en mí

de tan avasallador sentir;


cuando durante tan largo tiempo


¡te amé tanto, tanto,

pero tanto!




Cristina Del Gaudio

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